El pasado martes, 25 de noviembre, la ministra de Defensa compareció en el Congreso de los Diputados para presentar a la Comisión correspondiente lo que será la nueva Directiva de Defensa Nacional. Leyendo su intervención, he recordado alguna de las ponencias presentadas en unas Jornadas sobre Seguridad y Defensa celebradas en Mérida los días 19 y 20 de octubre, dentro del Espacio Ágora, el debate peninsular, organizado por la Junta de Extremadura. Lo he recordado porque algún párrafo de la intervención de Carme Chacón en el Congreso me sonaba de haberlo oído antes.
Por ello, he repasado las notas que tomé en las Jornadas de Mérida y, en concreto, la intervención del Almirante Terán Elices, que era en esa fecha Jefe del EMACON (Estado Mayor Conjunto). Se refería el EMACON a diversos asuntos, de plena actualidad.
En la búsqueda pragmática de la estrategia se produce una dicotomía. Hay un riesgo claro que se corre cuando se hacen análisis de hechos cercanos que pueden dar lugar a interpretaciones erróneas de la realidad. Cada uno aporta al análisis un elemento personal, y como las políticas no tienen relectura crítica, no hay una revisión de esa política.
Un ejemplo es la reciente intervención soviética en Georgia y en Osetia del Sur, como consecuencia de la independencia unilateral de Kosovo: en este caso, Rusia ha reaccionado igual que si lo hubiera hecho la antigua URSS. Ello condiciona el planteamiento estratégico del futuro, ya que habrá que tener en cuenta esa pervivencia en Rusia del antiguo modelo soviético que parecía haber desaparecido.
La crisis económica, fundamentalmente financiera, hará ver una nueva visión estratégica futura. Un politólogo estadounidense, Fukuyama, publicó a comienzos de los 90 un libro, “El fin de la historia”, en el que sostenía que tras la desaparición del muro aparecía un mundo idílico, y desaparecerían los conflictos, constituyéndose el estado universal basado en tres elementos: liberalismo, capitalismo y consumismo. Al mismo tiempo se planteaba el concepto del Nuevo orden mundial (que era la materialización de la teoría de Fukuyama), lo que se ha venido abajo.
Hace poco, Robert Kagan, planteaba, en otro libro “El retorno de la historia. El fin de los sueños”. Lo que se planteaba principios de los 90 (entonces se consideraba doctrina válida) era la unipolaridad y Kagan defiende la multipolaridad, que empiezan a surgir nuevos poderes (Rusia, China, Japón, India, Irán).
Estos nuevos elementos surgen como consecuencia de unas variables: globalización, la revolución tecnológica, la demografía, la dificultad de materias primas, proliferación de armas de destrucción masiva.
Globalización. Estos factores condicionan la vida cotidiana de los ciudadanos y la acción de los estados.
La revolución tecnológica: se suprimen la distancia y el tiempo en la transmisión de la información, información en tiempo real, aún en fase de desarrollo.
Demografía. Desequilibrios demográficos. Como consecuencia de ello están las migraciones y el incremento de las megaciudades (incidentes de París).
Materias primas. No hay una preocupación porque se acaben las materias primas fosilizadas (petróleo), sino porque aparecen nuevas reservas, y por los riesgos en el transporte de esas materias primas.
Armas de destrucción masiva. Habrá varios países con capacidad de producirlas, y eso no llevará a procesos de disuasión multipolar.Estos cinco factores tendrán, indudablemente, una gran importancia en el futuro.
En el ámbito de la Defensa se producen dos influencias de carácter notable: desaparece la frontera entre la guerra y la paz (en sentido clásico). Por ejemplo, hay ciudades en las que se produce la convivencia ordinaria y en la calle de al lado hay enfrentamientos terroristas, militares o paramilitares, como sucede en Kabul o Bagdad. Y la otra es que el hecho de la guerra no existe, como tal, sino que se están produciendo múltiples enfrentamientos locales, en lo que se denomina enfrentamientos asimétricos (ejércitos regulares vs ejércitos o grupos no regulares). Esto es una perversión, ya que el ejército regular está sujeto a controles, mientras que los no regulares no están sujetos a ninguna norma. A ello está el condicionamiento de las opiniones públicas por los medios de comunicación (sin entrar a valorar si el conocimiento es bueno o malo, sino por el hecho primario del conocimiento público).
Vale.
Vale.
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