La muerte, en atentado terrorista, de dos soldados españoles, el brigada Juan Andrés Suárez y el cabo Rubén Alonso, en Afganistán, vuelve a poner de manifiesto, una vez más, cómo interesa retorcer los argumentos de quienes no terminan de entender cuál es el papel, cuál es el trabajo de las tropas españolas en ese estado fallido.
De nuevo se pide al gobierno que aclare el sentido de la misión militar, cuando es meridiana: se trata de una misión de paz con mandato legal internacional. En Afganistán, en estos momentos, hay dos misiones militares: una, la que lleva a cabo Estados Unidos, que es una acción de guerra, y otra la que llevan los países que, como España, intervienen en una misión cuya finalidad última es recomponer la estructura de un estado fallido en un estado dotado de una estructura política, social, económica, judicial y militar propia.
Los riesgos, en lugares como Afganistán, son ciertos, claros y siempre, desde el gobierno, se ha dicho que es una misión de riesgo, difícil, pero no es menos cierto que las acciones de guerra de los EEUU influyen en una dispersión mayor por el territorio afgano de grupos talibanes, que actúan buscando respaldo civil contra militares de los diversos países que están allí presentes, sin distinguir, porque no les interesa, entre los que combaten en una guerra de los que ejercen uniformados una labor de paz y de apoyo a la reconstrucción.
Repetir, machaconamente, que el gobierno tiene que aclarar la finalidad de la misión, el "para qué están allí" nuestros soldados (estos machacones enfatizan: "para qué estamos allí", cuando ellos están en las trincheras de la retaguardia con el pulgar bajo los tirantes) no tiene otra finalidad que tratar de demostrar que España está en guerra. Es lo que quieren, es lo que vienen, como martillo pilón, repitiendo una y otra vez para "demostrar" que Afganistán es lo mismo que Irak.
Estos señores de la guerra de la calle de Serrano pretenden, así, lavar sus conciencias cuando apoyaron tocando palmas con las orejas la entrada de España en una guerra ilegal, la de Irak, en el afán de un sujeto, el tal Aznar, de meternos en la historia: en la historia oscura de las ilegalidades internaciones.
Estos señores de la guerra de la calle de Serrano pretenden, así, lavar sus conciencias cuando apoyaron tocando palmas con las orejas la entrada de España en una guerra ilegal, la de Irak, en el afán de un sujeto, el tal Aznar, de meternos en la historia: en la historia oscura de las ilegalidades internaciones.
Por cierto, y al paso, que los teóricos de la estrategia de la FAES y del melenas del bibote, el autodenominado GEES acaba de comparar a Barack Obama con Hitler. ¿Y a Aznar, con quién lo podemos comparar?
Hoy, cuando todavía regresan a nuestro país los cuerpos de Juan Andrés y Rubén, deberíamos ser más respetuosos con quienes, en una misión de paz, al amparo de la legalidad internacional, y por mandato legítimo, han encontrado la muerte trabajando por ello.
Loor a los soldados y desprecio a los hipócritas.
Vale.
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