El juez Garzón se ha declarado incompetente para seguir con la causa abierta por los crímenes de la dictadura, al constatar que Franco y los demás responsables señalados en el Auto de apertura de la investigación han muerto. Lo ha hecho en un documento judicial de más de 150 folios, en los que afirma que la responsabilidad penal del dictador y los que el acompañaron en la comisión de los delitos, se ha extinguido con su muerte, pero afirma que estos delitos siguen vigentes, porque los cuerpos de los desaparecidos no se encuentran.
Pero en toda esta cuestión, desde que hace un mes dictara su primer auto, y a partir de que el colaborador activo de la dictadura Manuel Fraga "recordara" la existencia de la Ley de Amnistía de 1977, han sido muchos, en los medios de comunicación de la derecha y de la extrema derecha, los que han afirmado, sin despeinarse, que, efectivamente, esa Ley de Amnistía también "cubría" los crímenes de la dictadura.
Se recuerda de vez en cuando las acusaciones fundadas al ministro Piqué, gobierno de Aznar, por sus beneficios fiscales en base a una cuidada "ingeniería fiscal". Es habitual que los procesos por delitos urbanísticos estén trufados de una sofisticada "ingeniería urbanística", que construye paso a paso todos los mecanismos necesarios para que los pelotazos queden impunes o se salden con mínimas penas y sin restitución de lo robado.
Ahora, la derecha heredera del "legado ideológico" del general bajito, heredera de los bienes económicos obtenidos en la comisión de los delitos de la dictadura, ha construido, con la inestimable y sonrojante colaboración necesaria de la Fiscalía, una suerte de ingeniería jurídica que les permitirá no sentir que sus riquezas, acumuladas por ellos y por sus padres, beneficiándose de la dictadura, están manchadas de sangre y de olvido.
Es vergonzoso que los periodistas con tirantes, que los añejos y caducos derechistas de la calle de Serrano y los vocingleros de la emisora de los obispos invoquen la Ley de Amnistía para salvar el legado (económico, no quieren ningún otro) que el dictador Franco les dejó. No hay que olvidar que los discursos de Franco se los escribía el abuelo de Aznar.
Pero no hay que olvidar que lo mismo que se persigue a los que justifican la violencia terrorista de ETA habría que perseguir, judicialmente también, a quienes justifican los crímenes de la Dictadura, a quienes amparan a los beneficiarios de esos crímenes y a quienes consideran que la desaparición de más de 140.000 españoles ya está saldada. Saldada, sí, en sus cuentas corrientes.
Vale.
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