Leyendo y escuchando las informaciones sobre José Moreno, conocido como "El Pocero Bueno", la reflexión no se hace esperar: ¿es necesario que haya un Pocero bueno? ¿Por qué? Si uno lee que el promotor de cooperativas aún no tiene los terrenos para construir las viviendas, la reflexión se complica, porque son los propios interesados, de Fuenlabrada, los que hacen cábalas: ¿en Alcorcón? ¿Getafe? ¿Móstoles? ¿Humanes? Y así hasta agotar, seguramente, los topónimos de la Comunidad de Madrid.
La existencia de un pocero bueno en Madrid, en territorio Espe, parece necesaria, y lo es si se van conociendo los estragos que el neoliberalismo de Esperanza Aguirre está causando: servicios sociales inexistentes o privatizados, privatización de la sanidad pública, abandono en la regulación del mercado inmobiliario...
En materia inmobiliaria y urbanística, donde se mueve el suelo, la Comunidad de Madrid está entregada de pies y manos, como si fuera una secta, a la doctrina Porto Rey, la que marcó la Ley del Suelo de 1998, de infausto recuerdo. Una doctrina que propugna que todo el suelo, menos el que tenga algún tipo de protección, puede ser urbanizable. Y el protegido, si es de un amigo, también. Consideran que a mayor oferta de suelo, menor precio: craso error.
Encadenarse a la secta del neoliberalismo impide a Esperanza Aguirre y a su gobierno atender las necesidades de los ciudadanos, porque el mercado no arregla todo, y las consecuencias del libre mercado las estamos pagando ahora.
Debería servir de ejemplo la Comunidad Autónoma de Extremadura, cuyo gobierno puso en marcha un plan especial llamado popularmente de 60.000 euros, porque se trataba de construir viviendas para venderlas a ese precio. Ahora, desde la promesa electoral y las promociones actualmente en curso, el precio real es de 74.000 euros. A esos precios, acordes con los salarios de la Comunidad Autónoma, los jóvenes extremeños, sobre todo los jóvenes, no necesitan acudir a ningún Pocero bueno, solamente tienen que ir a la ventanilla de la comunidad a inscribirse, reunir los requisitos y esperar al sorteo. Lo más lejos que les puede tocar de donde viven es en un barrio de nueva construcción, pero en la misma ciudad, cerca de la familia, de los padres, de los hermanos.
Si el gobierno de Esperanza Aguirre fuera un gobierno de verdad, y no una agencia de consejos de administración, debería hacérselo mirar. A ella y a los alcaldes de los pueblos (Móstoles, Alcorcón, Fuenlabrada, Humanes, Getafe) a los que las iniciativas de José Moreno (creo que de origen extremeño, qué casualidad, emigrante) les sacan los colores, y a quien no tendrán más remedio que facilitarle suelo para sacar adelante las cooperativas.
El pocero bueno es necesario en sitios como la comunidad de Madrid porque sus políticos están haciendo dejación de sus obligaciones, y las iniciativas de José Moreno los están dejando con el culo al aire. Y el culo del neoliberalismo está lleno de mierda.
Vale.
En materia inmobiliaria y urbanística, donde se mueve el suelo, la Comunidad de Madrid está entregada de pies y manos, como si fuera una secta, a la doctrina Porto Rey, la que marcó la Ley del Suelo de 1998, de infausto recuerdo. Una doctrina que propugna que todo el suelo, menos el que tenga algún tipo de protección, puede ser urbanizable. Y el protegido, si es de un amigo, también. Consideran que a mayor oferta de suelo, menor precio: craso error.
Encadenarse a la secta del neoliberalismo impide a Esperanza Aguirre y a su gobierno atender las necesidades de los ciudadanos, porque el mercado no arregla todo, y las consecuencias del libre mercado las estamos pagando ahora.
Debería servir de ejemplo la Comunidad Autónoma de Extremadura, cuyo gobierno puso en marcha un plan especial llamado popularmente de 60.000 euros, porque se trataba de construir viviendas para venderlas a ese precio. Ahora, desde la promesa electoral y las promociones actualmente en curso, el precio real es de 74.000 euros. A esos precios, acordes con los salarios de la Comunidad Autónoma, los jóvenes extremeños, sobre todo los jóvenes, no necesitan acudir a ningún Pocero bueno, solamente tienen que ir a la ventanilla de la comunidad a inscribirse, reunir los requisitos y esperar al sorteo. Lo más lejos que les puede tocar de donde viven es en un barrio de nueva construcción, pero en la misma ciudad, cerca de la familia, de los padres, de los hermanos.
Si el gobierno de Esperanza Aguirre fuera un gobierno de verdad, y no una agencia de consejos de administración, debería hacérselo mirar. A ella y a los alcaldes de los pueblos (Móstoles, Alcorcón, Fuenlabrada, Humanes, Getafe) a los que las iniciativas de José Moreno (creo que de origen extremeño, qué casualidad, emigrante) les sacan los colores, y a quien no tendrán más remedio que facilitarle suelo para sacar adelante las cooperativas.
El pocero bueno es necesario en sitios como la comunidad de Madrid porque sus políticos están haciendo dejación de sus obligaciones, y las iniciativas de José Moreno los están dejando con el culo al aire. Y el culo del neoliberalismo está lleno de mierda.
Vale.
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