lunes, 17 de noviembre de 2008

ETA y los cibercafés

La caída de Txeroki en Francia, además de ser una magnífica noticia deja dos perlas que acreditan, por un lado, la debilidad de la banda terrorista, y, por otro, que las fuerzas y cuerpos de seguridad se manejan cada vez mejor en mundos muy complejos.
Las placas de matrícula colocadas en el coche de Txeroki y Leire López no eran falsas, eran imposibles. Seguramente porque las placas de matrícula eran tan antiguas que no correspondían ni por asomo a los tiempos del modelo de coche, un Peugeot 207. Y, claro, la policía se fija en esos detalles. Este error, que podría ser del tipo de esos que aparecen en el cine, cuando a una actriz se la ve comiendo un croissant y en el plano siguiente lo que come es una madalena. La realidad, sin duda, es que ETA está cada vez más debilitada.
Lo de las placas puede entrar en el terreno de la chapuza, lo que demostraría que Txeroki, si no fuera como es un asesino, es español: las chapuzas son una de nuestras especialidades nacionales.
Sin embargo, la mejor noticia ha sido que la Guardia Civil y la Policía Nacional conocen cómo son los manejos de los etarras en internet, y la afirmación del ministro Rubalcaba de que "ETA usa cibercafés y para nadie es un secreto que las Fuerzas de Seguridad lo saben y lo investigan".
Recientemente tuve ocasión de asistir a unas jornadas sobre Seguridad y Defensa en el espacio Ágora, en Mérida, y en ellas varios especialistas en la materia hablaban de cómo el uso de internet por los grupos terroristas suponen una amenaza para la seguridad. Decían que no se trata tanto de poner coto a la red o de censurar sus contenidos, sino la necesidad de se conozcan cómo se interrelacionan las diversas organizaciones.
Que nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad conozcan cómo manejan los emails los etarras, cómo manejan los blogs, qué usos hacen de los cibercafés estará llevando a reducir un nuevo santuario, como antiguamente fue el territorio francés: hoy ha quedado demostrado que ya internet no será un santuario para los etarras.
Esta detención, además, tiene otro gran valor: las familias de los guardias civiles Centeno y Trapero ya saben que el Estado funciona y que sentará en el banquillo a sus asesinos.
Vale.

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