Acabo de llegar a este mundo del blog, de los blogs, en un momento convulso para quien tiene inquietudes, en el que la sátira, la ironía, prácticamente no tienen cabida. Personajes públicos de toda calaña no necesitan que les hagan caricaturas: ellos mismos lo son, y lo triste es que los trazos con los que se pintan están formados por jirones de nuestra propia vida.
La ironía, la sonrisa, el valor de la palabra no existen: los payasos copan todos los caminos de la comunicación, los libros, las radios, los periódicos. Por lo que he podido ver, en este mundo de blogs todavía queda un espacio en el que encontrar ese punto de sentido profundo de la palabra, el sentido profundo del significado y del significante.
El blog es personal, se escribe para ser leído por quien lo escribe y, si hay suerte, por alguien que, al otro lado de la red, hace lo mismo. Las afinidades que surjan serán aleatorias, y quizás el azar sea lo que nos queda ante tanta previsibilidad.
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