En estos tiempos convulsos en la vida política y, en parte, en la vida social (en la económica, viento en popa), se desatan las más bajas pasiones alentadas por quienes tienen el patrimonio del infierno y son los dueños de Dios. Como decía León Felipe, en la Guerra Civil que siguió al golpe de estado del general bajito, los mensajes que los fascistas lanzaban de que "Dios está con nosotros", no era cierto: "lo tienen secuestrado".
Estos nietos del general impotente tienen secuestrado a Dios, se han apropiado de la bandera y del himno (que cantan con la letra de otro fascista, Pemán), y ahora se apropia de la Verdad: la única verdad que existe es la que ellos propalan.
Airean un viejo catálogo, agotado e inencontrable de fotografías que utilizan iconografía católica para que su autor exprese lo que piensa. Aireándolo, en una pequeña capital de provincia, quieren tapar que la fiscalía anticorrupción les pisa los talones, y saben que manejar eso moverá primero las conciencias (que no las conSciencias) y después las más bajas pasiones. Dicen: ¿que pensarán los católicos, por cierto, no dicen cristianos, de esas fotografías?
Pero ocultan que esos mismos que se rasgan las vestiduras forman parte de cofradías que excarcelan a presos condenados por violencia de género. No se preguntan, quizás su formación machista no se lo permite, ¿que pensarán las víctimas de ese condenado? Su cultura machista en un ambiente machista en el que son los dueños (los mismos que impiden a las mujeres ser hermanas de carga) les impide cualquier atisbo de sensibilidad.
Vale.
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