martes, 20 de marzo de 2007

La guerra de gÁnsar

El hombre valiente, ese hombre curtido en mil peleas, ese hombre que aparece en la fotografía de las Azores con la mano de Bush sobre su hombro, en una pose que desdice su hombría, no quiere reconocer su error: el belicista gÁnsar sigue manteniendo su posición (y si es con Bush posando su mano sobre su hombro, su postura).
La guerra de Iraq era una guerra ilegal, es una guerra injusta y una guerra cruel. Y hoy lo sigue siendo, a pesar de que Bush la diera por concluida, porque la guerra continúa.
El expresidente gÁnsar no se equivocó nunca cuando era ejercía el cargo, y no se equivoca ahora: es una valiente legionario consorte. Legionario de Cristo consorte.
Se pensaba el trío de las Azores que los chiíes iban a hacerles el pasillo de recibimiento con banderitas, y los suníes les iban a agasajar con grandes fiestas, mientras que los kurdos serían los encargados de ejercer de limpiaparabrisas de los tanques que previamente habrán aniquilado a unos cuantos miles de iraquíes (chiíes, suníes y kurdos).
El mundo hoy no es más seguro, como pronosticaban los palmeros del trío de las Azores, sino mucho más inseguro, pero reconocer el error de entonces y subsanarlo con la salida de las tropas de Iraq, sería, según dice gÁnsar, reconocer la derrota.
Cuando ese líder mundial, suegrísimo de Agag, considera que sacar las tropas es reconocer la derrota, está, claro, reconociéndola en toda su extensión y la única manera de que no lo parezca es mantener las muertes diarias de soldados (la mayoría chicanos) norteamericanos, las muertes diarias de suniés, chiíes y kurdos.
Y mientras tanto, los diputados del PP en el Congreso de los Diputados de España siguen siendo igual de valientes que su jefe.
Vale.

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