En estos días se puede visitar en Cáceres una exposición sobre José María Valverde (nacido en Valencia de Alcántara en 1926). Y en estos días, Valverde, uno de los nuestros, vuelve a ser actualidad y debería serlo más.
En el último debate en la Asamblea de Extremadura, el líder (perversión del lenguaje) de la oposición, Florianito Chico, apelaba a la ética médica del Consejero de Sanidad y candidato del PSOE a la Junta de Extremadura por el asunto de la refinería.
Iba a decir que recomendaba a Florianito Chico a que visitara la exposición sobre Valverde, y a que lo leyera, pero no, mejor que no vaya, porque se apropiará de él.
Parece ser que Florianito Chuico es profesor de Derecho. ¿Qué ética profesional y jurídica impartirá a sus alumnos? Parece ser que es profesor de Hacienda Pública, ¿pondrá como ejemplo del buen hacer económico al Ayuntamiento de Cáceres, donde su hermano del alma es concejal sin cartera?
En estos días en que los superiores jerárquicos de Florianito Chico se manifiestan en las calles para recuperar la autoestima (¿dónde la tendrá Rajoy, si es que la tiene?) apoyándose en mentiras, en burdas mentiras, como su antecesor gÁnsar se fotografiaba en las Azores por recomendación psiquiátrica para vencer su complejo de inferioridad, en estos días, la figura de Valverde, un extremeño que puede verse en su exposición, es universal, se agiganta ante la pequeñez mental, el enanismo ético, la flojera estética de estos derechones y derechistas que no son capaces de superar sus complejos enfermizos y buscan la autotestima.
Valverde, en este tráfago de mentiras, de insidias y de calumnias es una lección. Me atrevo a asegurar que Florianito Chico no visitará la exposición.
Vale.
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