domingo, 24 de octubre de 2010

El futuro del Consorcio Cáceres 2016

Siempre he pensado en la apuesta por participar en el reto de la Ciudad Europea de la Cultura 2016 era una excusa para desarrollar políticas y proyectos cuyos resultados se verán en el futuro, que van más allá de una legislatura e incluso de dos períodos de gobierno.

Cáceres 2016 era una excusa, y debe seguir siendo, con el nombre que quiera ponerse.

Quiero recordar que la Expo de Sevilla fue la excusa perfecta para la realización de grandes proyectos que permitieron que 1992 fuera no una meta, sino un punto de partida. Baste de ejemplo el AVE entre Madrid y Sevilla, que ha servido para demostrar la apuesta por un ferrocarril rápido, moderno y eficaz que tendrá pervivencia por largo tiempo. Hoy, esa línea de alta velocidad es el ejemplo que los responsables de infraestructuras ferroviarias en EEUU están tomando para sus proyectos.

La dificultad que el proyecto de Cáceres 2016 entraña y entraña si la decisión es sustentarlo en la cultura es, precisamente, la cultura. El concepto cultura choca frontalmente con la economía y con la tradición. Choca con una economía local y regional cegata y con una tradición amparada en el inmovilismo cultural e ideológico.

La derecha cavernícola de la ciudad partió de una idea sin proyecto. El impulso dado desde la comunidad autónoma y la cooperación de las fuerzas progresistas (en Cáceres declararse progresista es pecado para la carcundia beata) permitió que la idea se convirtiera en proyecto. De haber seguido adelante, las risas con las que una concejala del Partido Popular acogió, en el propio lugar donde se hizo público el fallo, se habrían asumido también por la oposición.

Ahora, la derecha que puso en marcha solamente la idea sin proyecto no quiere saber nada. ¡De buena se han librado! Seguir apoyando conceptos como cultura y ver a la izquierda Habana Espacio y a la derecha el Centro Helga de Alvear cuando se dirigen a sus rezos es una contradicción que no podían soportar por más tiempo.

El futuro del Consorcio Cáceres 2016, con la marca que sea, no es posible si el motor es la cultura, porque la ciudad carece de ella y no quiere “cultivarla”. La cultura no vende, porque no genera plusvalías inmediatas. Por eso, quienes desde el criterio, desacertado, de que para ellos cultura es sinónimo de tradición, y de ahí no salen, solamente quieren que las inversiones vinculadas al proyecto 2016 se mantengan.

Quieren solamente el dinero, la cultura les importa un pepino.

Vale.

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