Inaudito lo de los jueces: primero amenazan con ir a la huelga y ahora hacen declaraciones propias de monologuistas de Paramount Comedy. Dice el juez decano de Badajoz: "El juez decano pacense asegura que la Justicia es la gran olvidada de la transición" (http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=420463). Y se queda tan ancho.
Esto de los jueces amenazando con ir a la huelga no deja de ser cómico. Porque si finalmente hacen huelga, cada vez que dicten una sentencia, cualquier ciudadano podrá no solamente criticarla, sino ponerlos a caer de un burro, porque si ejercen un derecho que la Constitución no les otorga (el derecho de huelga está vetado a los ejercientes de los poderes del Estado), quedarán sometidos a la crítica como cualquier ciudadano y no podrán arrogarse ante la discrepancia ningún privilegio.
Pero que a estas alturas los jueces digan que la transición se olvidó de la Justicia, que den gracias, porque gracias a ese "olvido" seguro que muchos han llegado a ser Magistrados: nada más que hay que ver los árboles genealógicos.
Debió hacerse un limpia democrática de la Justicia para, a partir de nuevos criteros, organizarla verdaderamente respetuosa con los derechos constitucionales. Y digo esto porque la transición debió depurar a todos aquellos jueces que haciendo palmas con las orejas corrian que se las pelaban para ganar plazas en los Tribunales de Orden Público (qué cosas, lo que significaba TOP y lo que es ahora top) y hacer méritos con la dictadura y que luego siguieron ganando hasta presidencias de Audiencias Territoriales, como la extremeña, y magistraturas en el Supremo.
Hay que animar al poder legislativo a que deje de olvidarse de la Justicia y la someta al imperio constitucional y casos como el del juez Calamita o el del juez Tirado no vuelvan a repetirse.
Pero ya que la Transición se olvidó de la Justicia, dejemos que estos detentadores (y digo expresamente detentadores) de un poder del Estado se declaren en huelga. Al día siguiente, los ciudadanos, comenzaremos una nueva etapa con la Justicia: hagamos como en la educación, o en la sanidad, o en la arquitectura. Propongo que una vez desaparecido el poder del Estado llamado Justicia y su atribución a representantes inelegibles (el juez natural), la Justicia sea considerada solamente un servicio público y podamos optar por la libre elección de juez.
La Transición se olvidó de la Justicia: gracias a ello, muchos convictos fascistas siguieron detentando un poder del Estado. Sus herederos naturales acabarán con ese poder: ¡Montesquieu ha muerto!
Vale.
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