La guerra abierta entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón por el control de Caja Madrid, la cuarta entidad financiera española ha visto hoy un episodio muy interesante, que podría explicar la salida de las tropas de Kosovo: el Gobierno considera que deberá enviar una fuerza de interposición para que los líderes peperos de Madrid no terminen ensangrentados.
El Consejo de Ministros de hoy ha acordado interponer recurso de inconstitucional contra la Ley de la Comunidad de Madrid (esto es, el Cuartel General de Esperanza) que recorta la representación del Ayuntamiento de la capital (esto es, el Mando de Operaciones de Alberto). En esta guerra abierta que lleva más de un año con múltiples batallas, el Alto Mando del PP (esto es, la garita de Mariano) se mueve con la más absoluta desidia, sin tener en cuenta los riesgos que un enfrentamiento total puede terminar, sin duda, perjudicando la estabilidad financiera de la entidad. Pero Mariano es así: indolente, incapaz de resolver sus problemas y por ello trata de magnificar cualquier asunto que afecte al gobierno. Prefiere atacar al gobierno por ser coherente con la decisión de no reconocer la independencia unilateral de Kosovo, antes de que ser coherente él mismo y seguir manteniendo en política al ex ministro cobarde.
Después de que el Gobierno de la Nación haya decidido intervenir en el asunto, desde la garita de Mariano se han alzado voces para decir que es una "injerencia intolerable". ¡Qué curioso concepto tiene Mariano (a) El Cuchara de qué es Caja Madrid! Ahora resulta que la Caja es propiedad del PP. O peor aún, es una extensión o una sucursal o una provincia del PP y no consiente que extraños, ajenos y extranjeros intervengan en sus asuntos. Asuntos internos.
La derecha, esta derecha extrema, o extrema derecha, sin duda, considera que el poder les pertenece, todo el poder, y el económico más, les pertenece y nadie tiene derecho a intervenir en ellos.
La guerra abierta por el control de Caja Madrid entre bandos del PP es, para Mariano (a) El Cuchara, un negocio de familia, family business, en el que si él mismo no interviene (porque no puede, porque no le dejan o porque, en realidad, es incapaz) nadie, y menos unos extraños, tienen derecho a intervenir.
Vale.
El Consejo de Ministros de hoy ha acordado interponer recurso de inconstitucional contra la Ley de la Comunidad de Madrid (esto es, el Cuartel General de Esperanza) que recorta la representación del Ayuntamiento de la capital (esto es, el Mando de Operaciones de Alberto). En esta guerra abierta que lleva más de un año con múltiples batallas, el Alto Mando del PP (esto es, la garita de Mariano) se mueve con la más absoluta desidia, sin tener en cuenta los riesgos que un enfrentamiento total puede terminar, sin duda, perjudicando la estabilidad financiera de la entidad. Pero Mariano es así: indolente, incapaz de resolver sus problemas y por ello trata de magnificar cualquier asunto que afecte al gobierno. Prefiere atacar al gobierno por ser coherente con la decisión de no reconocer la independencia unilateral de Kosovo, antes de que ser coherente él mismo y seguir manteniendo en política al ex ministro cobarde.
Después de que el Gobierno de la Nación haya decidido intervenir en el asunto, desde la garita de Mariano se han alzado voces para decir que es una "injerencia intolerable". ¡Qué curioso concepto tiene Mariano (a) El Cuchara de qué es Caja Madrid! Ahora resulta que la Caja es propiedad del PP. O peor aún, es una extensión o una sucursal o una provincia del PP y no consiente que extraños, ajenos y extranjeros intervengan en sus asuntos. Asuntos internos.
La derecha, esta derecha extrema, o extrema derecha, sin duda, considera que el poder les pertenece, todo el poder, y el económico más, les pertenece y nadie tiene derecho a intervenir en ellos.
La guerra abierta por el control de Caja Madrid entre bandos del PP es, para Mariano (a) El Cuchara, un negocio de familia, family business, en el que si él mismo no interviene (porque no puede, porque no le dejan o porque, en realidad, es incapaz) nadie, y menos unos extraños, tienen derecho a intervenir.
Vale.
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