jueves, 1 de mayo de 2008

Zaplana se va, Acebes resiste, Trillo pide árnica

Lo que fue el trío ZAR, se ha convertido en el nombre de un programa de cotilleos: AR. Y todo porque la Z, de Zaplana, ha tomado el camino de los negocios privados con ascendencia pública. Zaplana se marcha a ganar mucho dinero sin dar golpe, a hacerse rico como decía en las grabaciones intervenidas por la policía en el "caso Palop". Es de esperar que ahora su nueva empresa le dé de alta en la Seguridad Social, ya que como es sabido, hasta que no fue político con cargo nunca estuvo afiliado a la S.S., nunca había cotizado.
Acebes, el opusdeista que facilitó negocios a una universidad privada, católica por supuesto, que mintió como un descosido tras los atentados del 11-M, que no dudó en desprestigiar a la policía que había estado a sus órdenes con tal de mantener la teoría de la conspiración, que hizo de la insidia su segundo alimento diario (el primero es la confesión de los pecados, como todo buen opusdeista), sin importarle cuestionar las instituciones del Estado, ese Acebes hipócrita y mentiroso, continúa y espera su oportunidad, pero no la de aspirar a cargos en el PP, que está descontado que no los tendrá, sino a un sillón en una gran empesa, donde recoger frutos económicos de su "trabajo" político. Un vaticinio: se le espera en Caja Madrid.
Y Trillo, qué decir de él. Se reúne el grupo popular en el Congreso el mismo día en que la Audiencia fuerza al juez Grande Marlaska a reabrir el caso del Yak-42, y el ministro del valiente asalto al corral de cabras de Perejil, pide ayuda, árnica, a los suyos porque se le avecinan duros días. Más duros debieron ser ya si la justicia le hubiera procesado, si no hubiera tenido la suerte de que los mandos militares en los que se escudó, como un cobarde, no le hubieran servido conscientemente de parapeto.
El ministro Cobarde ahora pide socorro político, pero hay que recordarle, una y otra vez, el caso del Yak-42, primero por consentir el vuelo, y segundo, por ordenar la repatriación inmediata de los restos de los soldados y su incineración ilegal, por no practicar las identificaciones necesarias. Eso es responsabilidad política de Trillo, y si en España se hubiera llevado a cabo la misma reforma de la Justicia que se hizo con los Ejércitos, lo más probable es que el ministro Cobarde hoy estaría, cuando menos, fuera de la política, y, con muchas posibilidades de haber tenido que pisar los umbrales de la cárcel.
Vale.

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