Ahora resulta que los obispos se quejan. Obispos, esos señores que viven en grandes palacios, que se revisten para sus representaciones con lujosos ropajes, altos gorros, para un ceremonial repetitivo, un ceremonial al que asisten solamente viejos, viejos de edad y viejos de mentes viejas y antiguas.
Ahora resultan que se quejan de que por culpa de algunos medios de comunicación las gentes les dan la espalda. Que miren en ellos mismos para saber por qué les dan la espalda. Que miren en sus negocios (Gescartera, la COPE, recalificaciones de terrenos, herencias donadas que se esfuman...). Que miren en las antiguallas de sus mensajes. Que miren en los latinajos resucitados para esconder la hipocresía y la mentira en la que viven.
Ahora resulta que se quejan de que haya medios de comunicación que fomenten que en la declaración de la renta se ponga la cruz en la casilla de fines sociales y no se ponga la cruz para quienes han hecho de ella un símbolo: el de marcar a los que no son de los suyos.
Ahora resulta que los obispos se quejan de que en España no haya libertad religiosa. ¿Más quieren? Si están presentes en todas partes, incluso donde no deberían. ¿Qué pintan los crucifijos de la marca INRI en despachos y edificios públicos? ¿Qué pintan impartiendo catequesis en las escuela? ¿Qué más libertad quieren si viven a costa de los demás?
Ahora resulta que los obispos se quejan y dicen que no quieren privilegios. ¡Qué modestos! Privilegio es cortar las calles para que salgan a hacer manifestaciones de fuerza como los regímenes dictatoriales sacan los misiles en los desfiles del culto al líder. Privilegio es asistir a sus ritos con iconos sin valor ninguno, o, mejor dicho, con el valor que ellos, los obispos, han hecho creer a gentes no avisadas, a gentes sin capacidad crítica.
¿De qué carajo se quejan los obispos? Que se ganen la vida trabajando y ya sabrán qué los privilegios no existen, que solamente existen los derechos ganados a pulso con el trabajo y la lucha por la libertad. Y estos obispos son hijos putativos de los que llevaron al dictador bajo palio y bendijeron los aviones y sus bombas, y bendijeron a los piquetes de quienes fusilaban a los que no pensaban como ellos.
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