miércoles, 30 de enero de 2013

Ahorro de gasto farmaceútico... de aquella manera


Los medios de comunicación en Extremadura publican en sus ediciones digitales lo que veremos mañana en los papeles: que la Junta de Extremadura (ahora conocida como Gobierno de Marketing de Extremadura) ha reducido casi un 12% el gasto farmaceútico. Y los medios, ante tamaña noticia y desconociendo los diversos trucos utilizados y con el efecto del repago, la aplauden con las orejas de lectores poco avisados.
El repago, que ha supuesto que los pensionistas paguen (y adelanten) un 10% de sus medicinas, algo que antes no se hacía. La demografía extremeña, con un elevado porcentaje de personas mayores, hacen que ese 10% que los pensionistas, con gran esfuerzo, tienen que abonar, formen parte de ese “ahorro”. Vamos, que el Gobierno de los Mejores ahorra sangrando a los ciudadanos.
También es curioso el sistema, toalmente perverso, ideado por un gobierno de desalmados, cuya Ministra de Sanidad, incapaz de ver un Jaguar modelo Gürtel en el garaje de su casa, ha tenido la clarividencia de determinar que los parados que perciban un subsidio, y en tanto lo estén percibiendo, estén exentos del repago, pero que en cuanto dejen de percibirlo, ya sea subsidio o RAI, tienen que abonar el 40% del importe de los medicamentos, por quedar incluidos en el tramo de rentas de 0 a 18.000 euros. El resto de los trabajadores, los que ganan entre 18.001 y 100.000 euros pagan el 50% y los que ganan más de 100.001 euros, el 60%. El sistema es tan perverso que, para que pueda entenderse, un funcionario que sea auxiliar administrativo y esté sujeto al régimen general de seguridad social, que gane poco más de 18.000 euros está obligado a abonar el 40% de los medicamentos que pudiera necesitar, él o los beneficiarios que figuren a su cargo, lo mismo que debería abonar el Presidente del Gobierno o la Ministra si precisaran atención médica y subsiguiente dispensación de medicamentos. Pero como son sanos, fuertes y en La Moncloa tienen una dotación de 180.000 euros para medicamentos... pues no les hacen falta.
El ahorro en factura sanitaria tiene, como ya hemos visto, una deuda con los pensionistas, que han pasado de no abonar nada en el repago a abonar el 10%, y una deuda con los parados que no tienen derecho a ningún tipo de prestación o subsidio que han de abonar el 40%.
Sin embargo, el Gobierno de los Falsos Ahorradores añade a su gestión favorable, según el Consejero de Marketing (en otros tiempos, su denominación hubiera sido más acertada: Prensa y Propaganda) algún truco más propio de tahúres del Mississippi que de gestores honestos de lo público.
Desde el mes de octubre, y por orden del actual Consejero de Salud, un maestro de escuela, lego en medicina y farmacia, se está produciendo un hecho que podría ser digno de denuncia pública y, si nos ponemos finos, hasta pena: cuando un paciente va a la farmacia, a recorger alguna medicina prescrita por su médico de cabecera o por el especialista correspondiente, se puede encontrar con la desagradable sorpresa de que el medicamento que precisa no está en la receta electrónica. Ese día, el paciente no recoge el medicamento, no abona el 10% (si es pensionista) o el 40% (si es un trabajador o parado sin subsidio que gana hasta 18.000 euros) o el 50% si sobrepasa los 18.000 euros. Pero ese día, también, el Gobierno de los Mejores anota “un ahorro” del 90, 60 o 50%, según los casos, en ese medicamento.
¿Qué es lo que sucede? Que un maestro, un profesor de EGB ha ordenado que, periódicamente, y sin tener en cuenta ningún criterio médico, profesional, se eliminen medicamentos de las recetas electrónicas. Los efectos pueden ser desde que el enfermo que necesita ese medicamento se vea obligado a ir de nuevo al médico, para que vuelva a incluirle en la receta esa medicina cuya anulación tan bien le viene a un sujeto que hace hojas de cálculo. Pero también puede ocurrir que el paciente que necesita ese medicamento y que tiene alguna dificultad para acudir de nuevo al médico (por ejemplo, en determinadas zonas rurales, o en algunos barrios más alejados de centros de salud, o dificultades de movilidad...) no vaya. O lo que es lo mismo, que por orden imputable exclusivamente al profesor de EGB que, tras dos fiascos de consideración en sus antecesores, se ha encontrado con el cargo de Consejero de Salud, se puede poner en riesgo la salud de los ciudadanos , pero todo sea por conseguir el titular del ahorro.
Ese titular tan hermoso que los medios de transmisión de mensajes oficiales, digo de comunicación, señalan del ahorro de casi el 12%, parece que no puede ser debido, sin duda en gran parte, a la excelente gestión del mejor consejero de Salud que tiene Extremadura, sino a la desalmada legislación puesta en marcha por el Partido Popular y a trucos que bordean el intrusismo profesional, cuando no lo traspasa, como es el de ordenar la modificación de la receta electrónica. O lo que es lo mismo, atribuirse la capacidad de modificar un tratamiento médico. Así por las buenas.
Por cierto, el profesor de EGB se llama Luis Alfonso Hernández Carrón, que es, desde octubre, el que firma todas las recetas electrónicas de Extremadura y las modifica a su antojo y al del funcionario que le hace las hojas de cálculo del ahorro.
Vale.  

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