Ayer, el Congreso de los Diputados convalidó el R.D. de la reforma laboral con los votos favorables del grupo socialista (con la excepción de Antonio Gutiérrez, confortable en la presidencia de la comisión de Economía y Hacienda). Todos los demás grupos se abstuvieron, salvo IU, BNG, ERC, Nafarroa Bai. El RD se tramitará ahora como Proyecto de Ley, para lo que el presidente del Gobierno ha pedido celeridad y que se realicen sesiones del Congreso en los meses de verano.
La reforma laboral, que ha tenido como respuesta la convocatoria de una huelga general por parte de los antiguos sindicatos de clase, CCOO y UGT, requerirá ahora que los grupos políticos, incluido el Partido Gurtelar, se quiten las caretas y presenten sus propuestas. Es muy probable, dada la composición de la cámara, que el texto se mejore… como quiere la derecha. En ese caso, los sindicatos habrán hecho un pan como unas hostias, ya que su convocatoria del 29-S ha supuesto la falta de apoyo de las minorías de izquierda.
El escenario que se plantea es el mismo, exactamente el mismo que ya se ensayó con los recortes convalidados en mayo y que llevaron a una convocatoria de huelga en las administraciones públicas, por el sindicado amarillo CSI-CSIF, y jaleada por las empresas propietarias de los medios de comunicación, sabiendo de antemano que la convocatoria sería un fracaso. Fracaso que se han comido sin rechistar los antiguos sindicatos de clase, y que, sin digerir, se ven abocados a repetir el mismo esquema.
Las empresas propietarias de los medios de comunicación están deseosas de una reforma laboral que les permita adelgazar plantillas. Porque, curiosamente, la grave crisis del sector prensa aún no ha dado como resultado ninguna regulación laboral, ningún cierre de empresa editorial. ¿Por qué? Las ventas de periódicos y revistas de actualidad disminuyen, la publicidad institucional baja, y ello no parece que tenga traslación a la realidad económica.
A partir de ahora, especialmente el Partido Gurtelar, antes conocido como Partido Popular, deberá presentar su propuesta de reforma laboral, que será coherente con el giro marxista-palestino que viene pregonando su secretaria general, señora de López del Hierro, rey del ladrillo de Castilla La Mancha.
Ahora, los antiguos sindicatos de clase deberán ser capaces de posicionarse con claridad ante las propuestas que se esperan de la derecha, PG y CiU, y, sobre todo, deberán ser capaces de conseguir el mismo altavoz que el alcanzado para sus críticas a la reforma planteada por el Gobierno. Lo dudo, porque las empresas periodísticas son eso, empresas, y “necesitan”, como las de Díaz Ferrán, una reforma que alivie su cuenta de explotación.
Los medios de comunicación harán el trabajo sucio: jalearán a los sindicatos por la huelga (eso desgasta al Gobierno), alabarán las propuestas que hagan los grupos minoritarios de izquierda (eso desgasta al Gobierno) y pondrán sordina a las propuestas que hagan desde Génova, 13 (eso no desgasta a Mariano Camps).
Vale.
La reforma laboral, que ha tenido como respuesta la convocatoria de una huelga general por parte de los antiguos sindicatos de clase, CCOO y UGT, requerirá ahora que los grupos políticos, incluido el Partido Gurtelar, se quiten las caretas y presenten sus propuestas. Es muy probable, dada la composición de la cámara, que el texto se mejore… como quiere la derecha. En ese caso, los sindicatos habrán hecho un pan como unas hostias, ya que su convocatoria del 29-S ha supuesto la falta de apoyo de las minorías de izquierda.
El escenario que se plantea es el mismo, exactamente el mismo que ya se ensayó con los recortes convalidados en mayo y que llevaron a una convocatoria de huelga en las administraciones públicas, por el sindicado amarillo CSI-CSIF, y jaleada por las empresas propietarias de los medios de comunicación, sabiendo de antemano que la convocatoria sería un fracaso. Fracaso que se han comido sin rechistar los antiguos sindicatos de clase, y que, sin digerir, se ven abocados a repetir el mismo esquema.
Las empresas propietarias de los medios de comunicación están deseosas de una reforma laboral que les permita adelgazar plantillas. Porque, curiosamente, la grave crisis del sector prensa aún no ha dado como resultado ninguna regulación laboral, ningún cierre de empresa editorial. ¿Por qué? Las ventas de periódicos y revistas de actualidad disminuyen, la publicidad institucional baja, y ello no parece que tenga traslación a la realidad económica.
A partir de ahora, especialmente el Partido Gurtelar, antes conocido como Partido Popular, deberá presentar su propuesta de reforma laboral, que será coherente con el giro marxista-palestino que viene pregonando su secretaria general, señora de López del Hierro, rey del ladrillo de Castilla La Mancha.
Ahora, los antiguos sindicatos de clase deberán ser capaces de posicionarse con claridad ante las propuestas que se esperan de la derecha, PG y CiU, y, sobre todo, deberán ser capaces de conseguir el mismo altavoz que el alcanzado para sus críticas a la reforma planteada por el Gobierno. Lo dudo, porque las empresas periodísticas son eso, empresas, y “necesitan”, como las de Díaz Ferrán, una reforma que alivie su cuenta de explotación.
Los medios de comunicación harán el trabajo sucio: jalearán a los sindicatos por la huelga (eso desgasta al Gobierno), alabarán las propuestas que hagan los grupos minoritarios de izquierda (eso desgasta al Gobierno) y pondrán sordina a las propuestas que hagan desde Génova, 13 (eso no desgasta a Mariano Camps).
Vale.
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