El pasado 8 de junio, el sindicato amarillo CSI-CSIF convocó una huelga en las administraciones públicas como respuesta a los recortes aprobados por el Congreso de los Diputados a iniciativa del Gobierno. La prensa, en su conjunto, y, especialmente la prensa que tiende sus redes de negocios en sectores políticos de derechas, inició un duro combate para obligar a los sindicatos de clase, CCOO y UGT, a que se sumaran a la convocatoria. La finalidad era clara: la huelga iba a ser un fracaso, y el fracaso pasaría factura a CCOO y UGT.
Los hechos así han venido a demostrarlo. Los empleados públicos dieron la espalda a los convocantes, como era previsible en la estrategia de CSI-CSIF, pero el marrón se lo comieron los sindicatos de clase. Picaron como pardillos.
El día de la huelga convocada, los gabinetes de comunicación de CCOO y UGT se esforzaron en un ejercicio inútil por trasladar éxitos de la movilización a los medios de comunicación que los habían abocado a la convocatoria y, simultáneamente, publicaban artículos de opinión, columnas, cartas, editoriales y comentarios de internautas en las ediciones digitales que han sido una losa que las direcciones sindicales tratan de levantar. Ese día, el sindicato amarillo CSI-CSIF permaneció prácticamente mudo.
Así, en vez de aprender de los errores, esto es, poner en su sitio al sindicato amarillo que los ha engañado (en realidad, Méndez y Toxo se han dejado engañar) y denunciar a las empresas editoras de los medios de comunicación que han dirigido concertadamente el mayor ataque que se ha perpetrado en España contra el sindicalismo, ahora anuncian una huelga general.
Mucho tendrán que cambiar las cosas, mucho, para que la convocatoria triunfe. No basta con anunciarla. Hay que trabajarla bien, elegir bien la estrategia de cara a los trabajadores y los centros de trabajo y menos entrevistas con periodistas que sirven a los intereses de la patronal, que se frota las manos con el descrédito mediático de los sindicatos de clase.
La primera medida, estratégica, que les puede y les debe reportar éxitos en la convocatoria, es no permitir que se les una, si lo intentara, cosa que dudo, el sindicato amarillo CSI-CSIF. O lo que es lo mismo: lo primero que deben hacer CCOO y UGT es recuperar la condición de sindicatos de clase, porque, de lo contrario, volverán a repetirse, sobre mojado, las acusaciones de burocratización, funcionarización, “liberados” y otros argumentos que las empresas mediáticas, participadas en muchos casos por empresas de otros sectores, tienen en su recámara para disparar contra los intereses de los trabajadores.
El Partido Gurtelar, que el domingo, por boca de la señora de López del Hierro, ataviada con pañuelo palestino de diseño, se decía defensor de los trabajadores, y que el lunes, la misma señora, ya sin el pañuelo, descalifica la huelga como instrumento de presión de las clases trabajadoras.
Vale.
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