sábado, 19 de junio de 2010

Reforma empresarial urgente.

No entiendo por qué la insistencia y la recurrencia sobre una reforma laboral. Sí recuerdo que un profesor de la UEx, allá por los primeros años 80, decía que toda reforma educativa va contra los alumnos. Toda reforma laboral va contra los trabajadores.

Sin embargo, nunca se habla, se insiste, se recurre a plantear una reforma empresarial. Y cada vez que se habla de empresas y de sector empresarial, siempre aparecen dos criterios: bajada de impuestos y bajada de cotizaciones empresariales (“abaratmiento de los costes laborales”). Nuestra Constitución consagra la libertad de empresa, pero no consagra que el “mercado laboral” esté al servicio de las empresas y que todos los costes de todas las reformas laborales los terminen pagando los trabajadores.

En una España cuyo modelo de producción fue elevado al único y especulativo sector del ladrillo en los 8 años de gobierno de la derecha, no se entiende bien por qué no se sabe dónde están los ingentes beneficios que las grandes empresas constructoras obtuvieron y que hoy, esas mismas empresas, lloran a las administraciones públicas para que liciten obras, para que aumenten el gasto público y luego, desde sus puestos en las patronales y en los consejos de administración (incluido el del Partido Gurtelar) se dediquen a criticar la política económica del gobierno.

Hace falta ya, urgentemente, una reforma del mercado empresarial que expulse a esos empresarios que, como Díaz Ferrán, se han demostrado no solamente malos gestores, sino pésimos empresarios en el sentido clásico del término.

Hace falta ya, urgentemente, una reforma del mercado empresarial que acerque a los empresarios españoles a una media europea, y que dejen de trasladar sobre los trabajadores su falta de capacidad para dirigir empresas.

Hace falta ya, urgentemente, una reforma del mercado empresarial que impida que malos gestores se beneficien de contratos públicos, de subvenciones públicas. Porque esos empresarios que piden abaratar los costes laborales son los mismos que se tiran a degüello por subvenciones, que “diversifican” en sectores en los que obtienen jugosas subvenciones.

Hace falta ya, urgentemente, una reforma del mercado empresarial que impida que una empresa cree en su entorno un falso holding con el que camuflar beneficios creando empresas que saben que van a ser deficitarias, que les van a producir pérdidas, ya que saben que, fiscalmente, las pérdidas tienen mejor trato (para los empresarios) que los beneficios (cuyo tratamiento es altamente beneficioso por la bondad fiscal que se les aplica).

Hace falta ya, urgentemente, una reforma empresarial que establezca unos mínimos de ética que acompañe a la libertad de empresa. Porque la libertad de empresa, libertad constitucional, no es, ni mucho menos, una liberta de maltrato a los trabajadores.

Vale.

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