Si algo caracteriza a la administración militar, es su continuo trabajo en estudios, prospecciones y escenarios a corto, medio y largo plazo, lo que permite la toma de decisiones teniendo en cuenta que las mismas, en el momento de adoptarse, pueden conllevar críticas y riesgos.
Así, cuando el gobierno de Aznar decidió la suspensión del servicio militar obligatorio y convertir a toda la tropa en profesional, se decidió también que su formación se llevaría a cabo en las Academias militares. Los argumentos: establecer un esquema que dotaría a la tropa profesional de mejores capacidades. Aquella apuesta suponía el cierre del Acuartelamiento de Santa Ana, sin que por parte del Ejército se estableciera alternativa para su uso posterior, lo que llevaba aparejada la venta de la finca.
El esfuerzo de algunos ciudadanos, el apoyo del PSOE, entonces en la oposición tanto en Cáceres como en Madrid, y de colectivos sociales, mantuvo un pulso a lo largo de tres años (2001-2004) para evitar el cierre del CIMOV nº 1, el desmantelamiento de las instalaciones y la venta de los terrenos.
A partir de 2004, se siguió manteniendo la decisión de que toda la tropa se formaría en las Academias militares, pero varió el futuro de las instalaciones de Santa Ana: el ministro Bono y el presidente Ibarra acordaron que tendrían uso posterior, con la implantación de una unidad de ingenieros, lo que se plasmó en un RD de 2006.
Los estudios, prospecciones y escenarios con los que se trabaja en el ámbito de la administración militar han venido manteniendo, desde 2004, la necesidad de que las instalaciones de Santa Ana en Cáceres habrían de tener uso, al tiempo que se ha seguido optando por la formación de la tropa en las Academias. En este tiempo, la continuidad del CIMOV nº 1 ha estado vinculada a la determinación de qué unidad la sustituirá en el acuartelamiento, y, en esa condición precaria, ha seguido funcionando.
Pero los tiempos cambian, las necesidades, también, y los estudios, prospecciones y escenarios con los que se trabaja, en estos tiempos de crisis económica, pueden forzar a que no sea la formación de tropa en las academias un criterio unívoco, y que la existencia de instalaciones como las cacereñas, concebidas exclusivamente para la formación de tropa (adaptadas poco a poco, y aún falta, a los nuevos tiempos), adquieran valor futuro en ese campo.
No se trata tanto de que la impronta de que la formación de los soldados profesionales en las academias sea un distintivo de mejor nivel, sino de que el modelo de formación, con titulación de formación profesional vinculada, se pueda desarrollar con buenas garantías. Y eso lo cumple el acuartelamiento de Cáceres.
En fechas futuras sabremos si aquella decisión del gobierno de Aznar en el año 2000 es perenne o si, por el contrario, el aprovechamiento de instalaciones existente y adecuadas llevan a la continuidad, por muchos años, de la formación de tropa en Cáceres. O lo que es lo mismo: aquellos estudios y escenarios que propiciaron que en el año 2001 se adoptara la decisión política de cerrar la presencia militar en Cáceres se han mostrado, con el tiempo, inadecuados.
Y el trabajo de quienes se opusieron a la decisión del PP entonces, habrá dado sus frutos. La administración militar trabaja también a largo plazo, el plazo que se ha seguido manteniendo por algunas personas el interés, la lucha y el esfuerzo porque las instalaciones de Santa Ana en Cáceres sigan vinculando a las Fuerzas Armadas con la ciudad.
Vale.
Así, cuando el gobierno de Aznar decidió la suspensión del servicio militar obligatorio y convertir a toda la tropa en profesional, se decidió también que su formación se llevaría a cabo en las Academias militares. Los argumentos: establecer un esquema que dotaría a la tropa profesional de mejores capacidades. Aquella apuesta suponía el cierre del Acuartelamiento de Santa Ana, sin que por parte del Ejército se estableciera alternativa para su uso posterior, lo que llevaba aparejada la venta de la finca.
El esfuerzo de algunos ciudadanos, el apoyo del PSOE, entonces en la oposición tanto en Cáceres como en Madrid, y de colectivos sociales, mantuvo un pulso a lo largo de tres años (2001-2004) para evitar el cierre del CIMOV nº 1, el desmantelamiento de las instalaciones y la venta de los terrenos.
A partir de 2004, se siguió manteniendo la decisión de que toda la tropa se formaría en las Academias militares, pero varió el futuro de las instalaciones de Santa Ana: el ministro Bono y el presidente Ibarra acordaron que tendrían uso posterior, con la implantación de una unidad de ingenieros, lo que se plasmó en un RD de 2006.
Los estudios, prospecciones y escenarios con los que se trabaja en el ámbito de la administración militar han venido manteniendo, desde 2004, la necesidad de que las instalaciones de Santa Ana en Cáceres habrían de tener uso, al tiempo que se ha seguido optando por la formación de la tropa en las Academias. En este tiempo, la continuidad del CIMOV nº 1 ha estado vinculada a la determinación de qué unidad la sustituirá en el acuartelamiento, y, en esa condición precaria, ha seguido funcionando.
Pero los tiempos cambian, las necesidades, también, y los estudios, prospecciones y escenarios con los que se trabaja, en estos tiempos de crisis económica, pueden forzar a que no sea la formación de tropa en las academias un criterio unívoco, y que la existencia de instalaciones como las cacereñas, concebidas exclusivamente para la formación de tropa (adaptadas poco a poco, y aún falta, a los nuevos tiempos), adquieran valor futuro en ese campo.
No se trata tanto de que la impronta de que la formación de los soldados profesionales en las academias sea un distintivo de mejor nivel, sino de que el modelo de formación, con titulación de formación profesional vinculada, se pueda desarrollar con buenas garantías. Y eso lo cumple el acuartelamiento de Cáceres.
En fechas futuras sabremos si aquella decisión del gobierno de Aznar en el año 2000 es perenne o si, por el contrario, el aprovechamiento de instalaciones existente y adecuadas llevan a la continuidad, por muchos años, de la formación de tropa en Cáceres. O lo que es lo mismo: aquellos estudios y escenarios que propiciaron que en el año 2001 se adoptara la decisión política de cerrar la presencia militar en Cáceres se han mostrado, con el tiempo, inadecuados.
Y el trabajo de quienes se opusieron a la decisión del PP entonces, habrá dado sus frutos. La administración militar trabaja también a largo plazo, el plazo que se ha seguido manteniendo por algunas personas el interés, la lucha y el esfuerzo porque las instalaciones de Santa Ana en Cáceres sigan vinculando a las Fuerzas Armadas con la ciudad.
Vale.
No hay comentarios:
Publicar un comentario