Ante todo, tengo que decir que no creo en las coincidencias ni en las casualidades. Creo en la relaciones pactadas y en las causalidades. No es una coincidencia ni una casualidad que Mariano Camps proponga disminuir al mínimo los gastos electorales de los partidos, y que al mismo tiempo el juez que investiga la trama Gürtel haya encontrado indicios racionales de delito electoral en el Partido Gurtelar de Valencia y que podría alcanzar al de Génova, 13.
No es coincidencia ni casualidad que, cuando estalló el escándalo Gürtel, la señora Botella reclamara en el comité nacional peguero que se defendiera la gestión de su marido al frente del partido, y que ahora se conozca que un implicado en el caso Gürtel, López del Viejo, aparezca también implicado en la operación Guateque, que anida en el área de medio ambiente del Ayuntamiento de Madrid, a cuyo frente está la señora Botella.
La derecha no actúa nunca por casualidad, actúa por causalidad. Mariano Camps, más cercano al Puerto del Zángano que al verbo trabajar, lo dejó muy claro: no se oponía a las medidas de ajuste del gobierno por no estar en desacuerdo con ellas, sino porque con su postura pretendía, sin más, provocar la caída del gobierno. En vez de presentar una moción de censura, para lo que no tiene agallas, busca la manera de que sean otros los que le hagan el trabajo.
Por eso, no es una coincidencia ni una casualidad que un programa de TeleEspe se llame alto y claro, y en él se defiendan posturas de ultraderecha del gusto de la dueña de la cadena, y que ese mismo nombre sea el de una página web de contenido y orientación fascista.
No creo en las casualidades ni en las coincidencias, y viniendo de la extrema derecha, menos.
Vale.
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