lunes, 17 de mayo de 2010

Moción de censura

En alguna ocasión, el presidente del Partido Gurtelar (antes conocido como Partido Popular) se refirió a la posibilidad de presentar una moción de censura contra el gobierno de Zapatero. En esas ocasiones, siempre dijo que la presentaría si era para ganarla. Ayer, Sables Bocanegra incidió un poco más, al acusar a las minorías parlamentarias de no querer secundar a su partido en una hipotética moción de censura.

La Constitución Española prevé el mecanismo de moción de censura constructiva. En esta opción, única constitucional, quien se examina no es el presidente del Gobierno, sino el candidato. Y Mariano no está para exámenes: ni está preparado ni tienes ganas de trabajar. Porque para la moción de censura constructiva, además del candidato, se requiere la presentación de un programa de gobierno. Y ahí es donde fallan las fuerzas.

¿Qué programa de gobierno plantearía Mariano Camps? ¿Las propuestas que planteó a Zapatero en la reunión que ambos mantuvieron en La Moncloa una semana antes del debate de las medidas del Gobierno? ¿O las propuestas que Mariano señaló en ese debate? Las primeras suponían un mayor endeudamiento del Estado en casi 15.000 millones de euros. Las segundas, con propuestas dirigidas a los sindicatos de clase (CCOO y UGT), a los que quiere liquidar, entre otras cuestiones, no se han atrevido a cuantificar.

Quizá Mariano podría optar por las medidas neocons que hoy ha planteado su sustituto en la presidencia del PG, Aznar. Medidas que incluyen recortes en las competencias de las comunidades autónomas, en la línea de aquellas cartas que el joven inspector de hacienda en Logroño dirigía a los periódicos del Opus en contra de la Constitución.

En cualquier caso, para poder defender un programa de gobierno, aunque fuera para una comunidad de vecinos, Mariano tendría que prepararlo, estudiarlo, y eso sería un esfuerzo muy grande para quien está acostumbrado a vivir tumbado a la sombra (gran Peridis).

Trabajar es un verbo que no se conjuga en Génova. Allí son más de figuras egipcias, fundaciones en la planta primera adonde llevan fondos las empresas de Díaz Ferrán, entre otros.

Trabajar, en fin, es un verbo digno, un verbo que Mariano Camps no puede mancillar.

Vale.

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