Tras el intento de atentado en el vuelo Amsterdam-Detroit, y conocerse que el terrorista que pretendía llevarlo a cabo había recibido adiestramiento en Yemen, que, según parece, se está convirtiendo en base permanente de Al-Qaeda, las alarmas mediátecas (y de algún gobierno) han traspasado a las portadas de los periódicos e informativos audiovisuales.
Sin embargo, la situación de Yemen viene de antiguo. ¿O no recuerdan que en julio de 2007 fueron asesinados 7 turistas españoles? Los autores de aquellas muertes no fueron terroristas de Al-Qaeda, sino un grupo armado de los que en diversas zonas del territorio yemení mantienen una guerra soterrada.
Ahora, con una explosión demográfica creciente, un agotamiento contrastado de las reservas petrolíferas, una pobreza endémica, las ONGs retirándose del terreno, el intento de atentado y los focos mediáticos puestos en Yemen, cabría que nos preguntáramos, por ejemplo, cuál es la distancia de ese país de la península arábiga con Extremadura.
O lo que es lo mismo, ¿cómo puede afectarnos a los extremeños lo que suceda en y con Yemen? En principio, la distancia son unos 6.000 kilómetros. Lejos, lejos, muy lejos. Y lo que suceda allí, ¿qué nos importa?
Sin embargo, la embajada de España en ese país está cerrada. Tampoco nos afecta a los extremeños, aunque sí ha alertado al gobierno español. No sé si hay cooperantes extremeños, o españoles, en Yemen, o si paisanos o compatriotas nuestros por aquellos territorios. Pero podría haberlos.
También habrá paisanos y compatriotas que viajen en estas fechas y sufran los nuevos sistemas de control aeroportuarios puestos en marcha para prevenir en materia antiterrorista. Y eso con la suerte de no ser nuestro país uno de los 14 del eje del mal, cuyos viajeros no serán sometidos a control, sino directamente cacheados.
Las consecuencias de la puesta en el candelero mediático de Yemen y la creciente alarma que ello conlleva (como si los analistas en seguridad y defensa de los principales institutos de investigación mundiales no lo llevaran denunciando desde hace tiempo, incluidos los españoles), aumentará la sensación de un conflicto que algunos (los republicanos estadounidenses, la derecha española) desearían que derivara en un nuevo Afganistán o Irak, agrandando el teatro bélico de la península arábiga.
Además, Yemen está separada del cuerno de África por el Estrecho de Aden, estrecho que comunica el Índico con el mar Rojo y el estrecho de Suez. Frente a Yemen, al otro lado del Estrecho de Aden, está Somalia…
Y las consecuencias de lo que suceda con Yemen, justificadas, justificables y, sobre todo, interesadas, también nos afectará como extremeños y como españoles. Sería, por ello, deseable que la información que se transmita sea ajustada a la realidad y que la clase política e intelectual de la región no fuera ajena a este tipo de conflictos…
Vale
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