A través de varios medios de comunicación (en España, El País), la organización Wikileaks viene dando a conocer un número muy importante de documentos del Departamento de Estado de EEUU. Sobre ellos, muchos comentaristas, tertulianos y similares vienen vertiendo opiniones de todo tipo y sobre las que se echan en falta análisis crítico y, también, el momento en que los documentos se realizaron. Ejemplo: tras la segunda derrota electoral de Mariano Camps, su padrino político dudaba de su valía para ganar unas elecciones. Eso dice el embajador americano de entonces. ¿Diría Aznar lo mismo hoy ante un embajador de una administración americana distinta? ¿El embajador apreció que Aznar descalificaba a Mariano o lo afirmó categóricamente? No dejan de ser opiniones de un embajador de una administración, la norteamericana, nombrado por sus contribuciones a la campaña electoral de Bush, no por pertenecer al cuerpo diplomático.
Cuando el documento corresponde a asuntos como el terrorismo, Al Qaeda, talibanes, islamismo radicial, y otros asuntos del mismo grupo de temas, deberíamos tener en cuenta la incompetencia de los servicios de información estadounidenses, que no fueron capaces de detectar que quienes derribaron las Torres Gemelas se estaban entrenando en su propio territorio y que no han sido capaces de llevar a juicio a los responsables. Otro ejemplo son los informes detallados que Colin Powell exhibió en la Naciones Unidas para decir que Iraq disponía de armas de destrucción masiva, cuando era falso y servicios secretos más serios y eficaces, como los noruegos o los españoles, ya había informado a sus respectivos gobiernos de que no era cierto lo de las armas de destrucción masiva.
Las opiniones de los embajadores no dejan de ser eso, opiniones, no certezas. Cuando el embajador estadounidense dice que el fiscal de la Audiencia Nacional es proclive a que no se persiga a los asesinos (estadounidenses) de José Couso, ¿se está refiriendo a una impresión que el embajador saca de su conversación con el fiscal Zaragoza o a una afirmación rotunda? ¿Qué hizo, en el caso Couso, el fiscal Zaragoza? Y, por último, en el supuesto de que el fiscal actuara en sentido favorable a las tesis yankis ¿el juez admitió su criterio o siguió otro?
Lo relevante no son los cotilleos de un millonario norteamericano convertido en embajador por sus aportaciones económicas a un candidato presidencial, lo relevante es conocer si los hechos relevantes posteriores los confirman y cómo los confirman.
Establecer, sin distancia crítica, que los documentos filtrados determinan los hechos posteriores de un gobierno, incluido el propio gobierno de los EEUU, es un flaco favor a la libertad de expresión. Es cierto que conocer los documentos es muy útil, sobre todo para quienes, en el futuro sean invitados a canapés a las embajadas yankis. A cambio de canapés, el embajador de turno redactará, en exclusiva, una gacetilla para el Hello Yankees!
Y, a todo esto, tanto Wikileaks como los medios que están sirviendo de transmisión de los documentos filtrados señalan que no se utilizarán aquellos que puedan afectar a la seguridad de estados y personas. Y yo me pregunto: ¿durante todos los años de estancia en España del embajador Aguirre, nunca fue entrevistado por ningún medio de comunicación? ¿Nunca ningún director de ningún medio de comunicación español estuvo en la embajada norteamericana? Me parece raro que no fuera así cuando una de las funciones de los embajadores es la de transmitir a la sociedad del país en el que reside las bondades del propio.
Vale.
No hay comentarios:
Publicar un comentario