Fachada a Plaza de La Concepción
En el repaso que este
blog, modestamente, quiere hacer de la ciudad y de sus inmuebles sin
uso, ya hemos visto algún edificio privado. Hoy traemos otro. Porque
la falta de uso no es atribuible a las administraciones públicas
solamente, no es atribuible, en una generalización obsecena, a “los
políticos”. Todos los ciudadanos somos responsables, en una u otra
medida, de este camino hacia el fin que Cáceres ha tomado de modo
casi irreversible. Vamos pasando, casi sin solución de continuidad,
de ciudad feliz a ciudad fantasma.
Secularmente, los
cacereños hemos sido poco emprendedores y los empujones comerciales
han venido por gentes de otras partes de España y alguno portugúes
que asentaron sus negocios en Cáceres. De ese rastro viene un
callejero con apellidos Busquet, Calaff, Mariño (Marinho) y otros.
Esos negocios implantados por foráneos, o algunos cacereños muy
atrevidos poco a poco van desapareciendo. En los últimos tiempos,
más aceleradamente. En algún caso, por extinción del árbol
genealógico, pero en la mayoría de ellos por la diversificación o
dispersión familiar, tanto en lo que se refiere a la marcha a otros
lugares de algunos miembros de las familias, como a la marcha a otro
tipo de profesiones (liberales o funcionariales) que han ido cerrando
paulatinamente negocios.
Además, en la coyuntura
económica actual (o en el profundo cambio estructural de la economía
y la sociedad que estamos viviendo como consecuencia de la crisis
económica) está dejando rastros que, para la ciudad, suponen
verdaderos problemas o pueden constituirlos. Algunos, que ya
analizaremos, como el Chalet de Los Málaga, cuyo progresivo desuso
es muy conocido y viene de tiempo. Otros, más recientes, pero que la
situación económica prolongará irremediablemente.
Nos referimos hoy a un
magnífico inmueble, situado en la Plaza de la Concepción, medianero
con el Palacio de la Isla, donde se halla ubicado el Archivo
Histórico Municipal. Este edificio ha sido hasta hace poco tiempo,
una tienda de muebles y electrodomésticos, con fachada posterior a
la calle de la Cruz y a un paso de la Plaza Mayor.
Se trata de un edificio
construido sobre el año 1900, sobre unos terrenos de 670 m2 y una
superficie construida de casi 1.900 m2, incluso puede que alguno más
por los almacenes existentes, de más reciente construcción, en lo
que fue el patio, al que se accede desde la Calle de la Cruz.
Fachada posterior, a Calle de la Cruz
La fachada, singular
dentro de la estructura de la Plaza de la Concepción, y la traza
interior del inmueble original, sin duda son merecededores de un
inmediato, en lo posible, uso, de una utilización que permita su
construcción. Al tratarse de un edificio destinado a la venta de
muebles, ha tenido un continuo trasiego, así como una descuidada
conservación de elementos esenciales, como artesonados o escayolas
decorativas. Especial atención merecen solados de baldosa hidráulica
de colores, predominando el verde, y algunos zocalos de azulejos de
Talavera.
Los negocios de este tipo
que van dejando paso al abandono de edificios, terminan lastrando de
modo irremediable su conservación futura, y las perspectivas
económicas actuales acentúan ese temor. El uso que se esperaría no
sería otro que el de ser destinados a usos públicos (oficinas,
museos o similares), ya que su uso comercial resulta complicado.
Una ciudad que cuenta con
edificios de este tipo en pequeños espacios (en la Plaza de la
Concepción hay hasta tres edificios notables en esta situación),
terminan transmitiendo a la realidad la sensación de abandono, de
falta de uso, y llevan a todo el conjunto urbano, a la ciudad, donde
la población cada vez es más envejecida, a un concepto que puede
“ganarse” en poco tiemp: ciudad fantasma.
Vale.
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