Decía el pasado 11 de
julio en los medios regionales de información el presidente de la
Asamblea de Extremadura, Fernando Manzano, que confiaba en la futura
oferta de empleo público para que la continuidad del Cefot estuviera
garantizada. Estulticia.
Fernando Manzano es el
Secretario General del PP de Extremadura y presidente de la Asamblea
legislativa autonómica. Confiar en la “oferta de empleo” como
algo etéreo, futurible, ajeno a sus obligaciones políticas es
muestra de estulticia política. Corresponde al gobierno de la
nación, es decir, al Partido Popular, determinar cuál ha de ser la
oferta de empleo público en la quese enmarcaría la continuidad del
Cefot. Esperar, confiar, como si ello fuera responsabilidad de otros
no es más que un ejemplo de la ignominiosa capacidad de los
dirigentes locales y regionales del PP para hacernos crees que ellos
no son responsables de nada.
La actitud de los cargos
públicos y políticos (me niego a considerarlos dirigentes de nada y
menos líderes) del PP de Extremadura respecto a la continuidad o no
del Centro de Formación de Tropa nº 1, Cefot 1, es la demostración,
para generaciones futuras, y para ciudadanos poco avisados, de lo que
es la incompetencia, la incapacidad, la impotencia, la cobardía y la
traición. Fueron elegidos por los militantes de su partido (perdón,
los militantes del PP refrendaron a la búlgara lo que les fue
impuesto, ese partido carece de democracia interna) para ganar unas
elecciones. Y fueron elegidos por los ciudadanos cacereños y
extremeños para defender los intereses de Cáceres y Extremadura.
Lo que hagan los
militantes del PP que ven cómo el Cefot se cierra y pierden una
referencia para situar “fuerzas vivas” entre sus amistades y
cofradías, me trae al pairo. Allá ellos con sus vergüenzas (los
que la tengan) y sus complicidades. Pero lo que están haciendo los
cargos políticos del PP, elegidos con el voto libre de los
ciudadanos tiene un nombre: traición.
Traición la que está
cometiendo la alcasenadora Elena Nevado, que en la ciudad miente
conscientemente a los ciudadanos y los engaña para colocar una
pancarta en el balcón municipal y fomenta una plataforma que es una
barricada tras la que esconder sus mentiras y su traición. Traición
la que está cometiendo la alcasenadora Elena Nevado, que en el
Senado, donde representa los intereses territoriales (el Senado es
cámara territorial, cualquier licenciada en derecho lo sabría) de
Cáceres y provincia, no ha tenido ninguna intervención en defensa
del Cefot, ni, por supuesto, ha planteado, a la hora de discutir los
Recortes Generales del Estado para 2012, una enmienda que garantizara
oferta de empleo de tropa profesional, lo que habría supuesto la
continuidad del Cefot.
Traición la que el
alcasenador Alberto Casero, alcalde de Trujillo y senador, como Elena
Nevado, está cometiendo con la buena gente que quiere darle el gusto
de llevar un espectáculo patriótico a los pies de Paco Pizarro, y
que, al igual que la alcasenadora Nevado, no ha tenido agallas de
presentar ninguna iniciativa parlamentaria en el Senado, ni siquiera
“por cumplir”, ni siquiera para arriesgarse a que le pusieran los
jefes de su partido la cara colorá como un tomatito.
Traición la que está
cometiendo el diputado nacional Carlos Floriano, presunto número 3
del PP, y que no es capaz siquiera de abrir la boca para defender la
continuidad del Cefot. La capacidad de traición a los intereses de
Cáceres de Carlos Floriano es tal que su sólo silencio, otorgando
carta de naturaleza al cierre del centro militar, es la vergüenza y
el oprobio de sus conmilitones que, en privado le critican, pero que
(dogma de la moral judeocristiana) en público le defienden. Que
Carlos Floriano siga queriendo ser considerado cacereño, es un
insulto. Y su actuación pública, pura traición.
Traición es la que está
cometiendo el presidente regional del PP (allá los militantes, que
arrastren su vergüenza como puedan) y presidente de la Junta de
Extremadura, José Antonio Monago, que no ha sido capaz, cobarde como
él sólo, de defender con ninguna palabra de aliento la continuidad
del lugar donde trabajan a diario 240 personas. Alguien que, como
Monago, maneja un lenguaje cuartelario, barriobajero, más propio del
Bronx que de una persona con un mínimo de educación, es incapaz de
alzar la voz, incluso bajito, para decirle al gobierno y al partido
que lo sustenta alguna leve queja. Traición absoluta, en toda regla.
Y esa traición se
consuma cuando ayer, viernes, el presidente del gobierno de la nación
convoca una rueda de prensa tras la reunión del consejo de
tramposos, digo de ministros, y oculta que ha remitido a sus jefes, a
la UE las determinaciones que incluirá en los presupuestos generales
del estado para 2013 y 2014. Ocultar el pequeño dato de un recorte
salvaje, fundamentado en cuestiones ideológicas, es mentir, es, como
hacen sus subordinados extremeños, traicionar. En ese documento,
Mariano Rajoy ya establece que ni en 2013 ni en 2014 habrá oferta de
empleo público.
La confianza, el
futurible al que se refería el presidente de la Asamblea de
Extremadura el 11 de julio, se ha desvanecido. Bien es verdad, que
cuando Fernando Manzano decía aquello, su confianza era escasa o
nula. Tanto por las previsiones que día tras día se conocen acerca
de las decisiones que toma el gobierno (y de las que nos enteramos de
aquella manera), como porque ni él ni ningún cargo público ni
político del PP tienen las agallas suficientes como para plantar
cara. El pesebre afecta a la voluntad. Y cuando la voluntad es escasa
de serie, la anula.
Vale.
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