En los escaparates de
muchos comercios de Cáceres (98.000 habitantes) se puede ver desde
hace unas semanas una esquela que señala que “Cáceres se muere”.
Una esquela en la que, al final, lo que se muere es la caja de los
comercios. Aunque podría hacerse extensivo a muchas ciudades del
tamaño y número de habitantes similares, me refiero al caso de una
capital de provincia que nunca ha despertado del letargo pueblerino y
nunca ha querido a ir más allá de alguna aventura deportiva. Y en
ello, mucho tiene que ver la pequeña burguesía local, detentadora
(ver en www.rae.es el verbo
detentar) no sólo del poder económico local (eso es cuestión del
derecho privado), sino, también, del poder social, cultural y hasta
religioso, que han convertido a Cáceres en un páramo.
Esta mortandad de la caja
de los comercios locales está acompañada de una creciente situación
de edificios, algunos de considerable tamaño, cerrados por falta de
uso. Por falta de capacidad económica para su gestión y
mantenimiento por las administraciones públicas que son titulares de
los mismos, y por falta de capacidad de esa burguesía local
instalada en el poder político para poner en servicio edificios cuyo
deterioro avanza a pasos agigantados.
Hecho este preámbulo, a
partir de esta entrada iremos haciendo un repaso a diversos inmuebles
cerrados por falta de uso y que se arruinarán definitvamente ante la
pasividad de unos ciudadanos más preocupados por ver la televisión
o por pasear figuras religiosas una vez al año. Unos ciudadanos que,
fuera de las envolturas de las cofradías o querencias futbolísticas,
son incapaces de demostrar algo que tenga que ver con el futuro suyo
y de sus hijos. Y de su ciudad. Unos ciudadanos (?) a los que la
pregunta de Kennedy sumiría en la más profunda de las
perplejidades: No preguntes qué puede hacer tu ciudad por ti, sino
qué puedes hacer tú por tu ciudad.
Calle Reyes Huertas.
Antiguas dependencias de la Consejería de Bienestar Social de la Junta de
Extremadura.
Este inmueble, construido
sobre los terrenos que en su día se destinaron a parroquia, pero de
la que solamente se levantaron unos muros, dejó hace unos dos o tres
años de ser necesarios a los servicios de la Junta. En fechas
recientes, tras el ofrecimiento por la administración regional, el
Ayuntamiento de Cáceres, presidido por la alcasenadora Elena Nevado
(PP) contestó... que no, que no los quería. Y ahí sigue el
edificio, muertecito de asco.
En la fase final de la
anterior legislatura, un grupo de artistas intentó hacerse cargo del
inmueble, para convertirlo en centro de sus actividades y casi lo
consiguen... si no hubieran mediado unas elecciones y el partido
propio de la burguesía provinciana, el Partido Popular, no hubiera
ganado las elecciones.
Según la ficha
catastral, el inmueble está construido sobre una superficie de
terreno de 2.515 m2 y la superficie construida total es de 2.027 m2
(equivalente a 18 viviendas de 3-4 dormitorios).
Ante la incapacidad de la
administración regional (el Gobierno de los Mejores se hacen llamar)
y la impotencia del ayuntamiento, está cerrado a cal y canto, con
persianas metálicas herméticas pero que sin duda, poco a poco irán
cediendo, o ventanas más vulnerables, hasta convertirse en lugar de
okupas sin otro afán que el de ocupar.
La falta de capacidad
económica resultante de una crisis financiera mundial combinada con
una burbuja inmobiliaria autóctona, atenaza al ayuntamiento de
Cáceres. Esa falta de capacidad económica se une a una manifiesta
falta de proyección social y política del Partido Popular, que no
es capaz de hacerse cargo del edificio ni plantea alternativas que lo
pongan en uso.
Este inmueble, cerrado
por falta de uso, demuestra que quienes son sus titulares, la Junta
de Extremadura, está cometiendo malversación de fondos públicos,
al mantenerlo cerrado. Y no porque no consiga “convertirlo en
dinero”, sino porque lo mantenga cerrado.
Cuando la economía “va
bien” cualquiera es concejal, o consejero de un gobierno autonómico
(aunque visto lo que están haciendo en Extremadura, tengo mis
dudas). Pero cuando la economía va mal o no existe, la inanidad
intelectual, la incompetencia social, cultural, política grita en
las salas cerradas de los edificios cerrados por falta de uso.
Vale.
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