En esta segunda entrega
de la serie, no me referiré a un edificio público, sino a uno
privado. Situado en la Calle Barrio Nuevo, esquina a Barrio de Luna.
Calle que en su día era la entrada “natural” de todos los
visitantes de la ciudad, por cuanto comunica la llegada desde Madrid
con la Plaza Mayor. Las nuevas ordenaciones del tráfico urbano han
hecho que, finalmente, sea una vía urbana sin ese componente.
A media calle se situa el
número 37, un edificio de 1.245 m2 construidos sobre una superficie
de suelo de 586 m2, según los datos catastrales. Se trata de un
edificio notable, superior sin duda a la inmensa mayoría de los
situados en la citada calle, cuando no a todos.
Su lamentable estado
actual de conservación, de falta de ella, es el motivo por el que lo
traigo a este blog, porque ello es consecuencia de dos aspectos que
se han cruzado, como un cruce de vías, en él. Por un lado, las
sucesivas generaciones de una misma familia, que lo construyó y que
los siguientes herederos, partiendo herencias, gastando (o no)
herencias, llevaron a que los últimos propietarios vinculados a ella
lo vendieran. Por otro, y sin solución de continuidad, su
adquisición, en el momento de mayor auge de la burbuja inmobiliaria
por una empresa constructura, más interesada en el valor
especulativo del edificio que su valor arquitectónico e histórico.
Como prácticamente todos
los edificios de la calle Barrio Nuevo, el número 37 se encuentra
afectado, incluido en las disposiciones del Plan Especial de
Protección del Casco Antiguo de la ciudad de Cáceres. Su nivel de
protección es elevado, Ambiental singular, por lo que su futuro está
claramente condicionado.
Prácticamente, excepto
su demolición (intervención genérica), es posible realizar obras
de rehabilitación, mantenimiento, conservación, para disponer el
edificio en orden a su mejor uso. Sin embargo, su estado actual, con
áreas ruinosas, con una degradación que incluso afecta a la
seguridad de su entorno, de las personas que pasen cerca de él y que
lo mantienen vallado, con numerosas actuaciones llevadas a cabo por
los bomberos para eliminar elementos peligrosos o consolidar otros,
no hacen pensar nada bueno. O lo que es lo mismo: es más que
probable que los actuales propietarios (¿los mismos que lo
adquirieron para su utilización especulativa?) estén más que
interesados en su declaración de ruina.
Ya me referí en mi
primera entrada de esta serie a que la burguesía local (esa pequeña
burguesía pueblerina que detenta prácticamente todos los poderes de
la ciudad) es una pieza fundamental en la decadencia de la vida
ciudada, en que los comerciantes digan que Cáceres se muere, cuando
en realidad la están (estamos) dejando morir entre todos, caminando
cada vez más cerca de la ciudad fantasma.
Este edificio,
paradigmático de una pequeña burguesía venida a menos y una
estructura económica basada en el enriquecimiento rápido y con poco
esfuerzo, le fue ofrecido, por ejemplo, al ayuntamiento de la ciudad
para albergar alguna colección de pinturas. Ofrecimiento envenenado,
por cuanto, el municipio, además de asumir su coste, debería asumir
alguna servidumbre más. Todo ello en la creencia por quienes
comerciaban con él, de que las administraciones públicas pueden
asumir cualquier cosa. Y de paso, hacerles ganar unos buenos dineros.
Hoy, con las techumbres
arrumbadas, las ventanas descolgadas o inexistentes, la fachada como
un traje raído, y, en suma, vallado por la seguridad de los
viandantes, asiste a la degradación de la ciudad de la que fue un
ejemplo de fuerza. Por los acerados de la calle pasaron muchos
viandantes, muchos, por ejemplo, soldados del cercano Cuartel Infanta
Isabel, que transitaban ida y vuelta hacia la playa mayor trasegando
en los numerosos bares (Jaype, Suga, La Uva, El Racimo, La vid... o
en el propio edificio cuando albergó una freiduría de mariscos en
la que se despachaban los cartuchos de calamares fritos).
Hoy, todo aquel trasiego
de peatones, o de coches llegando desde Madrid a Cáceres, con parada
en la Plaza Mayor, ya es casi inexistente, como la seguridad y la
fortaleza de este edificio.
Vale.
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