jueves, 6 de enero de 2011

Objeción de conciencia y ley antitabaco

La entrada en vigor de la denominada “ley antitabaco” ha desatado, como no podía ser de otra manera, una erupción de comentarios, tonterías, idioteces varias, que, al amparo de unos medios de comunicación (empresas de mercadeo, más bien) más interesados en el escándalo o en el ruido por el ruido, deriva en múltiples variantes.
Una de ellas, iniciada por un asador de Marbella, declarando que en su local no se cumplirá la ley, con lo cual no quedará más remedio que aplicarla, ha tenido algunos seguidores y en medios de producción de libelos, ya se habla de “objeción de conciencia” frente a la ley antitabaco.
La objeción de conciencia, bien vista socialmente en asuntos como la guerra (objeción de conciencia frente al servicio militar) se ha invocado últimamente por trabajadores de la sanidad pública para no cumplir la ley del aborto, y, ahora, hay quien roza el más absurdo de los absurdos comentando la objeción de conciencia como opción ante una ley que, según los medios fascistas (y políticos neofascistas), convierte a los ciudadanos en delatores. Es lo mismo que opina un dizque escritor, Pérez Reverte, con frases lapidarias en twitter. Lo único que demuestra ese dizque escritor, es un mal gusto que recuerda, cada vez más, al ideólogo del fascismo español, Giménez Caballero.
Quienes consideran que las leyes aprobadas en el parlamento no tienen que cumplirse, como la llamada ley antitabaco, no tienen redaños para incumplir otras: el código de la circulación, por ejemplo.
Invocar en el caso de la ley antitabaco la objeción de conciencia, como hace el asador marbellí, no puede sino llevarnos a pensar que en ese asador seguramente se incumplan otras leyes, muchas, como la de seguridad alimentaria, como el código penal, como la legislación tributaria. ¿Quién asegura, si no es una inspección sanitaria a fondo, que en dicho local no se expenden alimentos en mal estado o manipulados contra la salud? Hágase cumplir a ese asador todos los preceptos que sean necesarios, y si para ello ha de estar cerrado, ciérrese ¿Quién asegura que en ese asador marbellí no se reúnen mafiosos de toda clase y condición para planear la comisión de delitos, con el conocimiento del dueño? Inspecciónese a todos los empleados del local, a sus clientes. Alguien que de la manera desafiante con la que el dueño de local afirma que incumplirá una ley aprobada por las Cortes, donde reside la soberanía del pueblo español, solamente puede ser un chulo o un mafioso. ¿Quién nos asegura que en ese local las cuentas no están sometidas a la misma objeción de conciencia que ahora reclama para incumplir la ley?
La objeción de conciencia es un derecho, limitado, solamente a aquellos aspectos en los que la vida de los ciudadanos puede, por el ejercicio de las potestades del Estado, ponerse en riesgo por la participación de los propios ciudadanos. El servicio militar es un caso claro. El aborto puede serlo, pero teniendo en cuenta que quienes invocan esa objeción saben, cuando inician su relación laboral, estatutaria en la sanidad pública, que el aborto es un derecho de otros ciudadanos.
Pero invocar la objeción de conciencia para casos como la ley antitabaco demuestra que el virus del fascismo (desde esa presunta o supuesta demanda de la libertad del individuo frente al Estado se llega a la destrucción del propio Estado y su puesta al servicio de grupos organizados que han ido, como EL YUNQUE, expandiéndose).
Vale.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja parece que os picais eh?
Lo que se impone por la fuerza se objeta, y punto. Y si no se derroca al payaso que la impuso. Creo que explotáis muy bien lo del fascismo, claro que sobre fascismo vosotros sabéis la tira y por eso creáis y defendéis leyes stalinistas, por ende fascistas. Y ojo, que te lo dice uno de izquierdas, pero bien llevadas xDDD.. Basura de artículos como este son los que más fuerza nos dan para enfrentaros