En estos días asistimos a una dificultosa obtención de información sobre lo que viene ocurriendo en el Sahara Occidental, aunque todo parece indicar que, de entrada, parece clara una dura represión a cargo del ejército y la policía de Marruecos. Con el tiempo se irán conociendo informaciones más precisas.
Pero también venimos asistiendo, en España a dos manera de entender la cuestión: los partidos y grupos más a la izquierda, y también numerosos colectivos humanitarios, reclaman que se lleve a cabo de manera efectiva y definitiva la autodeterminación de lo que fue territorio español. Nada que objetar. En muchos aspectos estoy plenamente de acuerdo.
La otra manera, llena de desvergüenza, es la que viene adoptando el Partido Popular, heredero político y económico de la dictadura, acosando y acusando al gobierno socialista. Es una desvergüenza que los que vivieron y se enriquecieron con la dictadura franquista, colaborando con ella o siendo parte de la misma, sean quienes ahora reclamen del gobierno socialista que presione y que ejerza la fuerza sobre Marruecos.
Para quienes desconozcan cómo y cuando se produjo la efectiva descolonización del Sahara, más bien el abandono de los saharauis a su suerte, conviene recordar que fue el último franquismo el que lo llevó a cabo con la más absoluta de las cobardías.
No es de recibo escuchar a dirigentes del Partido Popular dar lecciones sobre este asunto. Ellos, sus dirigentes, sus padres, sus empresas, herederos y continuadores de la dictadura (en derecho mercantil y en derecho laboral, se llamaría “sucesión de empresas”) son los que abandonaron de manera vergonzosa y cobarde el Sahara y a los saharauis.
Los acuerdos del 14 de noviembre de 1975 (http://es.wikipedia.org/wiki/Acuerdo_tripartito_de_Madrid)
deberían hacerse públicos, en toda su extensión, incluidos los nombres de los firmantes por parte de la dictadura franquista, y de los “negociadores” que dejaron, tras sí, una situación de abandono e indefensión que será preciso resolver, pero a cuya solución no pueden aportar nada los dirigentes, simpatizantes y contribuyentes netos del Partido Popular, porque ellos siguen siendo responsables de la cobardía.
Vale.
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