El pasado 7 de julio, la alcaldesa de Cáceres afirmó, literalmente, que "Con 84 millones de deuda, ¿cómo vamos a financiar 8 para un pabellón en mitad del desierto". A la primera parte de la afirmación, nada que objetar. La deuda municipal y su cuantía es algo que está en el debate político y con el tiempo se verá si es cierta o no.
Me interesa la segunda parte de la afirmación, la del desierto. Porque es un desierto que cruzo, obstinado, diariamente dos veces para ir a mi trabajo. Gracias a la señora alcaldesa, ahora ya sé que mi trabajo, en la ciudad de Cáceres está en el desierto y más allá.
Sin embargo, días después, a la misma autoridad local no le causó reparo alguno cruzar ese desierto para asistir a una celebración festivo-religiosa, que era el primer aniversario de la restauración de San Benito. Una restaración hecha por la Universidad Popular (Ayuntamiento) bajo la dirección política de otro partido. Había, por tanto, que hacerse presente en la urbanización (de lujo) en la que está enclavada la ermita para acompañar a los vecinos con motivo tan fastuosos. Asistió una masa vecinal importante. Unos treinta vecinos, según el mismo medio de comunicación.
Anécdotas aparte, la actual regidora municipal, del Partido Popular, olvida, interesadamente, que en 2002, cuando su antecesor político aceptó la recalificación de esos terrenos desérticos a cambio de recibir 200 millones de pesetas para construir ¡un pabellón de ferias! ¿Por qué lo que en el año 2002 no era un desierto, sino el mejor sitio para el Pabellón de Ferias, ahora sí lo es?
Olvida, quizás interesadamente, la actual regidora municipal que su antecesor político, para acabar con el "problema del botellón" no tuvo mejor acuerdo que trasladarlo a ese desierto. Y, para más escarnio de los jóvenes botelloneros (individuos que se demostró entonces y se sigue demostrando ahora sin capacidad crítica) se les "construyó" una parada de autobuses que es más un pasillo de encajonamiento de reses en el matadero.
El desierto de los terrenos del Ferial es una forma sencilla de reconocer dos cosas: la incapacidad de sacar adelante un proyecto, el Pabellón de Ferias, que no es de titularidad exclusiva municipal, sino de todas las entidades que participan en IFECA (que no protestarán, obviamente, porque para eso ahora "gobiernan los suyos por mayoría absoluta") y que al anterior gobierno, socialista, le exigían, un día sí y otro también, que se hiciera el Pabellón.
La segunda cuestión que pone de manifiesto el hecho de que la alcaldesa describa la zona como "desierto" es un concepto de ciudad que no tiene en cuenta otra cosa que no sea los intereses urbanísticos. Es más, al día siguiente de que los propietarios de los terrenos consigan financiación para comenzar las obras, la propia dirigente política se hará palmas con las orejas y "recuperará" el proyecto... olvidándose de la deuda.
Calificar de desierto una parte de la ciudad, y al día siguiente "atravesarlo" para un acto festivo-religioso no deja de ser un insulto a la inteligencia ciudadana. A los que viven parte del año en la urbanización Ceres Golf habrá que decirle aquello de que van "al desierto y más allá". Eso sí, cuando vuelvan a pedir que se considere su urbanización como un barrio más de la ciudad, como suelo urbano, nos olvidaremos de que, en medio, está el Sahara.
Vale.
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