He dejado pasar unos días para comentar una afirmación de Mariano Cuchara Rajoy sobre la implicación del tesorero del PP y otros significados cargos públicos y políticos del PP en la "Operación Gürtel". "Nadie probar que no son inocentes".
Esa afirmación de Cuchara no es de su propia cosecha, sino que la realizó después de que Francisco Granados, mano extrema derecha de La Lideresa, se reuniera a comer con el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y de que se conociera que en esa comida se había tratado del caso Gürtel, remitido por Garzón a dicho Tribunal superior. Vamos, que a Cuchara primero le confirman que el Tribunal ya está "contactado" y que se conocen las primeras impresiones de su presidente.
Claro, que no es lo mismo reunirse en un restaurante a almorzar (¿quién pagó la comida?) y hablar sobre un asunto en clave sumarial, que coincidir con otras 40 personas en una cacería de fin de semana. Al entonces ministro de Justicia no le cupo la presunción de inocencia, solamente era necesario su fusilamiento político.
Los jueces no aceptan ni aceptarán el verdadero meollo por el que están levantados en armas sumariales: que la instrucción de los procedimientos sea llevada por la Fiscalía, incluso supervisada por ellos. Si eso hubiera sido así, habría sido mucho más difícil que se hubiera producido el caso Mari Luz y no les habría sido necesario ejercer de hipócritas para solamente multar al Juez Tirado. Ni hubiera sido tan fácil que el jefe de la banda albanesa que asaltó el chalet de Moreno se hubiera escapado.
Pero esos mismos jueces que no aceptan perder sus reinos de Taifas saben que con el PP los mantendrán, porque ideológica, económica y socialmente son los mismos. Por ello, no pasa nada porque el Presidente del TSJM y el consejero Granados se reunan y hablen (¿pacten?) de un caso de corrupción política que afecta al corazón económico del partido al que pertenece el consejero (¿y el juez?). Es un asunto se familia.
Cuando Cuchara afirma que no será posible demostrar que Bárcenas y su Grupo Salvaje no son inocentes no está afirmando que el delito no se haya cometido (los delitos), sino que se aplicará otra vez, y cuantas veces hagan falta, la doctrina Naseiro.
Cuchara dice lo que le dicen que diga. Él, por sí mismo, no es capaz siquiera de desarrollar una mínima línea argumental.
Vale.
No hay comentarios:
Publicar un comentario