El jueves, 16 de abril, el Pleno del Ayuntamiento de Cáceres aprobó el Plan General Municipal de Urbanismo, con los votos del PSOE, IU y Foro Ciudadano, y en contra del PP. En realidad, el Plan que se aprobó es una rectificación a tiempo del disparate urbanístico que en la anterior legislatura había pergeñado el PP a mayor gloria de propietarios de terrenos y de empresarios que tenían conformadas opciones de compra basadas en expectativas, y en unos momentos en los que el sector del ladrillo campaba a sus anchas.
El documento que se ha aprobado plantea una conformación urbana más racional, más razonable, como dijo el portavoz socialista al defender la propuesta, y también más sostenible y menos condicionada por determinados intereses de propietarios.
Sin embargo, cabe resaltar dos aspectos. Primero, que el PP sigue esclavo, cautivo, de los intereses relacionados con la operación urbanística que se pretende llevar a cabo en el solar que actualmente ocupa el Colegio de Las Carmelitas: un solar con 12.000 m2 de terreno, donde hay construidos poco más de 7.000 m2 y donde se proyectan un nuevo colegio de 6 plantas y 10.000 m2, un centro comercial de El Corte Inglés de 25.000 m2, 15.000 m2 para viviendas y 10.000 m2 más para oficinas. Estos datos explican por sí mismo la situación de dependencia que el PP tiene a la hora de definirse sobre el planeamiento urbanístico de la ciudad.
El segundo aspecto está en que todos los que durante mucho tiempo han estado zahiriendo sin ningún tipo de escrúpulo a la alcaldesa Carmen Heras, que han estado criticándola sin tasa, ahora se callan, porque el PP ha quemado sus cartuchos. Pero también son significativos los silencios, silencios de quienes, en la órbita sociopolítica de la alcaldesa, dudaban de su capacidad para sacar adelante el Plan. Esos guardan silencio vergonzosamente, silencio que demuestra que, en realidad, no dudaban de la capacidad de Carmen Heras, sino que ansiaban que no fuera capaz de salir adelante en un asunto de tanta trascendencia futura.
El discurso de la derecha sobre el planeamiento futuro de la ciudad ha quedado agotado, finiquitado, como consecuencia de su obsesión en una sola dirección y con el único apoyo de sectores claramente interesados (en el peor sentido del término), pero también ha sido derrotado con estrépito por el trabajo y la constancia de Carmen Heras. A partir de ahora, la gestión del proceso de información pública y de estudio y dictamen de alegaciones, será menos controvertida: algún derrote de la derecha política y los esperables estereotipos de una parte de los empresarios (de esta situación, generada por el propio Partido Popular, saldrá una crisis muy grave en la patronal de la construcción).
En política, en la gestión de la res pública, la constancia, la capacidad del mantenimiento de criterios propios y bien asentados, el diálogo, son mejores avales que ser solamente carteros de lobbys, de grupos de presión obsesionados en la cuenta de beneficios antes de impuestos.
Vale.
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