Cuando alguien me comenta
alguna información política (normalmente contra la izquierda),
siempre le pregunto: ¿en qué cadena has visto eso?
Son cada vez más los
periodistas que van sumando sus blogs personales a ese mundo tan
aparentemente antiguo (parece que lleva con nosotros desde siempre) y
tan actual como es internet. Y también son cada vez más los
periódicos que se crean para la red, exclusivamente para la red.
Esta red, tan expansiva, es la que nos está permitiendo asistir en
primera persona a la evolución de una profesión, la periodística,
que, en su concepción tradicional, la del papel, la de la radio y,
también, la de la televisión (los tradicionales “medios de
comunicación”) ha derivado en un mercado económico, en un “modelo
de negocio” que es radicalmente incompatible con el concepto
tradicional, romántico, del periodismo y de los periodistas.
Algunos de esos medios
tradicionales conservan en sus columnas de prensa o en sus videoblogs
algunos “ejemplares” (perdón) de muestra de lo que fue el
periodismo, de lo que fue la prensa, de modo singular en los años
70-80 en España. Hoy, no existen periodistas, hoy, los medios de
comunicación no quieren ni necesitan periodistas, quieren gente que
ponga su nombre y firmen lo que la empresa editora quiera que
publiquen. Quizás siempre fue así, pero recordar algunas páginas
de El País de 1980, o de Diario 16... no lo parece.
Hemos pasado de
periodistas que escribían en prensa o de radio a licenciados en
Periodismo o en Comunicación audiovisual que trabajan (en el sentido
más “manual” del término) en periódicos o en emisoras de radio
o en cadenas de televisión.
Hemos pasado de empresas
editoras de periódicos a grupos de periódicos editados por empresas
periodísticas. Y de ahí, a grupos de empresas periodísticas unidas
por exclusivos y excluyentes intereses económicos. Para llegar,
finalmente, a un panorama editorial de prensa (escrita, radio,
televisión y digital) en el que predominan los oligopolios
económicos ajenos a la profesión periodística con la que, todavía,
muchos jóvenes sueñan en las clases de periodismo.
Las sociedades
mercantiles que cotizan en el IBEX 35 poseen “participaciones
significativas” en grupos de comunicación. O grupos de
comunicación que diversifician tanto su negocio que producen
paradojas aparentes. Valga como ejemplo el caso reciente de la
absorción de La Sexta y sus canales de TDT por el Grupo Planeta, de
José Manuel Lara. Ello da como resultado que la misma empresa, el
mismo holding edite un periódico claramente profascista como La
Razón y “permita” informativos de aparente significado
izquierdista como los de La Sexta. Ya sucedió con el mismo grupo
cuando editaba en Madrid La Razón y en Catalunya Avui.
Al empresario dueño del
Grupo Planeta, un señor muy de derechas, le da igual la línea
“editorial” de La Sexta. Es más, le viene bien para el negocio,
por cuanto con los informativos (a veces hay que decir “los
informativos o lo que sea eso”) de Antena 3 capta un determinado
target de clientes (y en función de ese target, un determinado
volumen de publicidad), y con los de La Sexta, sus clientes
pertenecen a otro segmento. Al final, el grupo suma. Y lo que le
interesará será la cuenta de resultados. Si ve que el negocio
flaquea por alguno de los flancos, se corta.
En esta situación, el
periodista, el transmisor de la información y de los contenidos es
lo de menos. Es un empleado al servicio del patrono, o, como mucho,
un empleado al que el patrono “permite” ciertas libertades. Y si
el negocio no renta lo suficiente, plantea un ERE, despide a los que
le sobren hasta cuadrar el balance. Los periodistas son, en el
balance, un número que a veces da bien en pantalla o atrae
comentarios elogiosos en la columna de prensa.
Otra situación que se
da, derivada de las participaciones significativas de grandes
empresas en grupos de comunicación, es la ausencia significativa de
determinados aspectos de la actualidad en según que fuentes de
información. Y esas participaciones significativas pueden ser de
inversión directa en el capital social o pueden ser, incluso,
propiedades completas de medios que finalmente sirven a los intereses
de los propietarios.
En ambos casos, grupos de
medios de comunicación como el Planeta, o grandes sociedades
mercantiles propietarias de grupos de comunicación, lo que hacen es
buscar los mecanismos de poder, de detentar el poder. Y el poder, en
una sociedad capitalista, es el dinero, al que sirven y del que se
sirven. Y ese poder, políticamente, es la derecha.
En España no existe en
estos momentos, ningún atisbo de libertad de prensa, no existen los
periodistas. Se editan periódicos, se retransmiten informativos de
radio o televisión, pero todos al servicio del poder, de sus
propietarios. Ahí, los periodistas dejan de existir para ser, les
guste o no, correa de transmisión de los intereses económicos de
los dueños, de los propietarios.
Ello conduce a un
monopolio político, ideológico, que trata de perpetuarse. A los
intereses de las grandes corporaciones económicas, lideradas por los
bancos, les interesa un poder político débil, a su servicio. Un
poder político con falta de ambición por hacer de la política y
las instituciones constitucionales el origen y el fin de los mandatos
ciudadanos. Al poder económico le es muy útil tener a su servicio a
políticos inanes como Mariano Rajoy, a cuyo servicio ponen a los
medios de comunicación de los que son dueños.
Solamente quedan, para
los ciudadanos, las pantallas de los ordenadores, internet, que, hoy
por hoy, es un atisbo solamente de diversidad y de capacidad crítica
frente al poderoso medio de alienación que es la televisión.
En todo este
conglomerado, leer el blog de un periodista en el que expresa
libremente sus opiniones (con las que se estará o no de acuerdo) y
ver a periodistas vertiendo mierda y basura por pantallas de
televisión, hace pensar que no son la misma profesión. O ver a
periodistas, dicen ellos, acudiendo a pseudodebates al servicio de
empresas de Berlusconi o Lara llena de desazón a quienes, recordando
las imágenes de la voladura del Diario Madrid, llegamos a pensar que
algún día, la libertad de prensa nos ayudaría a ser más libres.
Sólo un detalle, un
apunte de cuál es la realidad de los medios de comunicación y de la
prensa en España: ¿alguien recuerda que algún periódico, alguna
cadena de radio o alguna televisión haya criticado alguna vez a El
Corte Inglés, cuya expansión en centros comerciales en todo el país
se ha hecho en gran medida sobre la base de recalificaciones
urbanísticas de dudosa legalidad?
Vale.
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