Cuando aún faltan días para el comienzo de la campaña electoral de las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo de 2011, es tiempo de plantearse alguna reflexión. La primera y principal es que los ciudadanos, cuando ejercen su derecho al voto, nunca se equivocan. Votamos libremente, y votamos según nuestros intereses, afinidades y afectos. Y el resultado de las urnas es inapelable.
La segunda reflexión es que, al socaire del auge de las nuevas tecnologías, del uso cada vez más extendido de internet y de la importancia que tienen las redes sociales, junto con otras variables, la participación que reclaman los ciudadanos va más allá del día en que se celebran las elecciones. Los ciudadanos van modulando sus ganas de participar, incrementándose de unas elecciones a otras (con independencia de que, luego, el día de depositar el voto, se acuda o no al colegio electoral).
La tercera es algo que siempre se olvida: los ciudadanos no nos equivocamos nunca, pero somos responsables de que el ejercicio del gobierno (local, autonómico, estatal o europeo) lo ejerza uno u otro partidos. Porque ha sido, porque es nuestra decisión.
Los ciudadanos, cuando votamos, decidimos. Y no nos equivocamos. O eso creemos. Porque la responsabilidad que depositamos en quienes son objeto de nuestras preferencias no termina en la introducción de la papeleta en la urna. Esa responsabilidad continúa durante toda la legislatura.
Los ciudadanos, en definitiva, somos responsables, o corresponsables, de los actos de gobierno que se realizan en nuestro nombre y con el aval de nuestro voto.
La exigencia a los cargos públicos del recto ejercicio de los cargos para los que los elegimos también tiene una contrapartida: cuando durante una legislatura un gobierno (local, autonómico y local) adopta decisiones en contra de los intereses de los ciudadanos, no debe extrañarnos que quienes no votaron a ese gobierno reclame a los que sí lo votaron su parte de responsabilidad.
Ahora que se acercan unas elecciones, por tanto, debemos reflexionar si nuestro voto se mantiene fiel o se cambia. Debemos reflexionar sobre qué destino queremos darle a nuestro voto y cuáles son los valores que debemos tomar en consideración. Porque esa es otra: votamos según nuestros intereses, nuestras afinidades, nuestros afectos. Pero nunca debemos olvidar que con el voto depositamos una parte de nuestros valores, o que nuestros valores ciudadanos forman parte de la papeleta que introducimos en la urna.
En muchas ocasiones, y las encuestas demoscópicas se encargan de resaltarlo (para garantizarse un adecuado mercado empresarial, no por otra cosa), votamos a la contra. O lo que es lo mismo, se nos incita más a votar en contra de un determinado gobierno sin que sepamos bien si ese voto no se volverá contra nosotros.
Por eso, cuando se conozcan los resultados de las elecciones del 22M, habrá que felicitar a los partidos ganadores (que no son todos, aunque las noches electorales lo parezcan), a los votantes que han decidido ese resultado. Y al día siguiente de que se formen los gobiernos que resulten, éstos estarán sometidos a la crítica (más o menos acentuada en un período inicial de cortesía). Y los votantes, los ciudadanos que con su voto hayan contribuido a que se formen tal o cual gobierno deberán aprender que serán responsables, corresponsables, de las decisiones que esos gobiernos tomen.
No vaya a ser que, como sucede muchas veces, si a alguien se le dice, tras escucharle una crítica a un determinado cargo público, que tanta responsabilidad tiene ese cargo como el ciudadano que lo ha votado, nadie asuma esa responsabilidad. De ahí que votar a la contra, que votar en contra, acarree luego penalidades y vergüenzas que se podrían haber evitado.
Vale.
Los recuerdos de la niñez, el paso del tiempo y la realidad siempre vuelven a acercarte a lo que fue tu pasado
Mostrando entradas con la etiqueta elecciones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta elecciones. Mostrar todas las entradas
sábado, 30 de abril de 2011
jueves, 4 de diciembre de 2008
Tontos de los cojones y chorradas varias
El alcalde de Getafe, Pedro Castro, se ha preguntado en voz alta eso de "¿por qué todavía hay tanto tonto de los cojones que vota a la derecha?". Y la derecha, con súperEspe a la cabeza se ha lanzado a degüello contra él. Castro es socialista, claro, y esas cosas no se dicen, no es políticamente correcto insultar a los señores de orden de toda la vida, como doña Espe. Castro, a pesar de ser socialista y seguramente un rojo peligroso y descamisado, ha pedido disculpas. Pobre Castro.
Yo soy extemeño, y cada vez que hay elecciones tengo que soportar que los mamporreros ideológicos de santa Espe "analicen" las elecciones diciendo que el PSOE gana en las zonas rurales, en las zonas menos pobladas (se refieren a Andalucía y Extremadura, por supuesto), y, en definitiva, en las zonas más incultas. Los tontos de los cojones de la derecha que ahora piden la cabeza o lo que sea de Castro, no tienen reparo en insultar a los votantes de izquierda para justificar una derrota tras otra, hasta la derrota final. Pero esos señores que insultan a los extremeños porque no votamos a sus correividiles de por aquí ni votaremos a sus monaguillos, no tienen que exculparse de nada, ni confesarse aunque sean de misa diaria y pidan que el santoral incluya a santa Espe en la edición de 2009.
Pero, hoy también me han llamado la atención unas declaraciones de un "intelectual", creo que próximo o muy próximo a los jesuitas, que en el diario regional HOY dice que «a los chicos hay que enseñarles a pensar por sí mismos y no inocularles ideología para ganar elecciones». El tal García de Cortázar defiende, por supuesto, la asignatura de religión (CAR, católica, apostólica y romana) en las escuelas, los crucifijos de la marca INRI presidiendo las clases de Biología y que las cunetas que albergan a los fusilados por el franquismo sigan cerradas. Pero lo importante de este señor es lo que a los chicos no hay que inculcarles ideología para ganar las elecciones. Claro, cuando él era escolar, no había ideología en las escuelas, perdón, no había necesidad de ideologizar a los chicos para ganar elecciones porque NO HABÍA ELECCIONES. Y había muertos en las cunetas.
Lo de Castro, el alcalde socialista de Getafe, es políticamente incorrecto, pero la descalificación postelectoral continua de los mamporreros ideológicos de la derecha y alumnos aventajados de la FAES, no: es, sencillamente, fascismo. Y las declaraciones de García de Cortázar en el diario regional HOY (http://www.hoy.es/20081204/sociedad/garcia-cortazar-tacha-problema-20081204.html), también, porque ambos quieren tapar la mierda de la dictadura.
Vale
Etiquetas:
elecciones,
García de Cortázar,
ideología,
Pedro Castro
Suscribirse a:
Entradas (Atom)